Ven cierre de campañas con más desinformación
Las campañas electorales están a punto de cerrar tras haber pasado por diversas técnicas de las y los candidatos por conseguir la atención de la ciudadanía, que los llevó incluso al ridículo al intentar aprovechar el auge de las redes sociales, y que ahora arreciaron con campañas de desinformación, advierten especialistas.
El proceso electoral se ha caracterizado por ir más allá de las calles, plazas y medios, para estar muy presente en las pantallas de computadoras y celulares.
Quienes aspiran a un cargo público han tenido que ampliar sus estrategias para atraer simpatizantes y votos en las redes sociales, donde la dinámica, el lenguaje y los tiempos son distintos porque el público que allí domina es el joven y su manera de interactuar allí es distinta, apuntó Mario Campos, analista y académico de la Universidad Iberoamericana (UIA).
Es así como durante estos meses de campaña, candidatos a cargos o federales adoptaron un perfil en redes con un objetivo: alcanzar la viralidad y destacar, no necesariamente con propuestas, sino con canciones, bailes y demás acciones que les atraiga simpatías.
“Para las campañas hay dos grandes retos en este momento: uno, lograr captar la atención, lo cual les lleva, por cierto, a tomar medidas extraordinarias, como esto de la firma con sangre de los compromisos, que es un ejemplo de algo que tiene que hacer, y dos, que todos están constantemente generando noticia para que no queden borrados de la conversación”, dijo el politólogo en entrevista con La Razón.
Pero la tonalidad solemne que los aspirantes presidenciales guardan ha llegado a perderse con otros candidatos locales que se suben a parodias, chistes, bailes o se valen del físico para atraer vistas.
“Es uno de los errores más frecuentes en campaña. Hay actores políticos que con tal de estar en las redes sociales, hacen el ridículo. Me parece que no han logrado generar una narrativa con una forma que particularmente sea atractiva para esos espacios, aunque habría que distinguir también entre las redes. Porque esto aplica sobre todo para Tik Tok”, dijo.
El académico no deja de lado el papel que juegan las redes en lo que hoy se llama “guerra sucia”, pues les han servido a candidatos y sus equipos para evidenciar aspectos negativos de sus contrincantes.
Sin embargo, advirtió la falta de vigilancia y control sobre estas plataformas que termina por facilitar la difusión de información que podría ser falsa, lo que representa una problemática doble, pues las redes permiten que esto se haga bajo cuentas anónimas que no permiten identificar responsables ni sancionarlos por desinformar.
Ante ello, el Instituto Nacional Electoral (INE) junto a la UIA y la organización Movilizatorio, lanzaron una campaña de seis spots para ayudar a la ciudadanía a discernir entre información falsa y verdadera, y mostrar a la población cómo hay materiales que sólo buscan manipular.
Al respecto, el doctor Manuel Alejandro Guerrero, académico del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero, explicó que ante el alto grado de “penetración tecnológica” en México se han encontrado problemas de comprensión de los mensajes difundidos por esta vía que facilitan el camino a la desinformación sobre el proceso electoral, como que la tinta usada en casillas se borra, del relleno de urnas, entre otros.
Advirtió que hacia el cierre de campañas es donde esta técnica es empujada con el fin de capturar la atención de aquellas personas que, a este punto, aún no deciden por quien votar.
“Las narrativas de la desinformación aumentan conforme nos vamos acercando al momento de la jornada electoral y las campañas alcanzan sus momentos de cierre, es ahí cuando hay una parte de la de la población que aún no decide su voto pero que quiere ir a votar y estas campañas buscan hacer presa de esa población”, mencionó el académico.
Aunque dijo que el nivel de este problema en México no supera al que se vive en Estados Unidos o la India, lo que se detecta es una “mutación” del mismo, pues aquí no sólo se busca cambiar una percepción sobre alguna candidatura, sino ahora buscan saturar la conversación pública con información que “no sirve” para “hacer que la gente no sepa lo que es real o no y, a partir de esa confusión, hacer que nos desesperemos por (buscar) la verdad”
Compartió que esta desinformación ha encontrado un tercer objetivo además del económico y político: el psicológico, donde a sabiendas de que se comparte información falsa, se sigue adelante porque esto le hace “sentir bien” a la persona.
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