En el Zócalo se refleja el traspaso del poder... y de la plaza política
Fue la última vez que el Presidente Andrés Manuel López Obrador se dirigió a sus huestes como sólo él sabe hacerlo, donde se siente más cómodo: en el templete de la plaza pública. Ahí, ante una plancha del Zócalo de la Ciudad de México colmada de personas afines a su política, el mandatario se despidió con un emotivo “¡gracias!”, y pasó de facto la estafeta y el bastón de mando a la próxima Presidenta, Claudia Sheinbaum, en una transferencia del poder, pero también un traspaso de la plaza política, la del país y de las luchas: la Plaza de la Constitución.
Así, con el poder que día a día se hace más sólido conforme se acerca su asunción el 1 de octubre, la mandataria electa fue mencionada y aclamada en cinco oportunidades, consagrada por las propias arengas del titular del Ejecutivo en tres de ellas —con el grito de “¡Presidenta, Presidenta!”—, quien al final de su discurso se retiró a su aposento y permitió que la exjefa de Gobierno capitalina fuera arropada por quienes habrán de trabajar de cerca con ella durante los próximos años, fundamentalmente los gobernadores morenistas, que cuidaron bien de salir en la foto con Claudia Sheinbaum.
El Ejecutivo federal fue recibido a su llegada al estrado en Palacio Nacional por Claudia Sheinbaum, a quien abrazó antes de dar su informe del adiós. “¡Es un honor estar con Obrador, es un honor estar con Obrador!”, fue el grito de una multitud, que desde la madrugada de este domingo arribó al Zócalo a escuchar el último mensaje del gobernante en la plaza, su plaza.
Además de dar a conocer avances en salud, educación, migración, economía, trabajo, seguridad y programas sociales, entre otros, López Obrador se refirió a Sheinbaum Pardo en cinco ocasiones y pareció estar satisfecho por el hecho de que vaya a haber continuidad en todos los asuntos que ha dejado pendientes, a juzgar por las alusiones que hizo de la Presidenta electa cuando preguntaba: “¿verdad, Claudia?”.
Los cartelones que llevaron los asistentes al Zócalo, tuvieron mensajes de apoyo tanto para Andrés Manuel López Obrador como para Claudia Sheinbaum, pues el grito de “no te vayas”, contrastó con el mencionado y repetido grito de “Presidenta”.
Al término del mensaje del Ejecutivo federal, se despidió de la gente y, de nueva cuenta, de Sheinbaum Pardo. Después, de inmediato se fue con su esposa, la escritora Beatriz Gutiérrez Müller, e ingresó a Palacio Nacional, dejando el escenario servido a la futura mandataria para que conviviera con los gobernadores y gobernadoras electos, como simbolismo del inicio de un nuevo ciclo.
En el escenario final sólo quedó la Presidenta electa, tomándose fotos y saludando a la gente, haciendo una presentación no oficial ante los mexicanos de su próxima Presidencia, lo que fue bien recibido por las personas que corearon su nombre en repetidas ocasiones.
Las gobernadoras de Campeche, Layda Sansores; Colima, Indira Vizcaíno; Quintana Roo, Mara Lezama; Guerrero, Evelyn Salgado, y la Jefa de Gobierno electa de la Ciudad de México, Clara Brugada, fueron las primeras en acercarse para tomarse la foto del recuerdo.
Posteriormente, los mandatarios de Oaxaca, Salomón Jara; Zacatecas, David Monreal; Sinaloa, Rubén Rocha; Ciudad de México, Martí Batres, y Sonora, Alfonso Durazo, se tomaron el tiempo para platicar con Sheinbaum Pardo y también plasmar la imagen con ella.
La imagen de Claudia Sheinbaum confirma lo que ha venido diciendo el Presidente desde hace semanas: que comenzó la transición del Gobierno federal, en la que en sus diversas visitas que han realizado por el país, señala que éste se queda en las mejores manos, ya que si bien la próxima Presidenta es una científica sumamente preparada, también es una persona honesta y de toda la confianza de López Obrador.
Por ello, en cada evento que tuvieron previo al informe, el Ejecutivo se dedicó a destacar los valores y virtudes de Sheinbaum Pardo, para arroparla de cara a su próxima administración.
Desde la madrugada de este domingo, cientos de personas arribaron a la Ciudad de México para estar presentes en el mensaje del mandatario federal.
Desde Guerrero, Puebla o el Estado de México, los simpatizantes arribaron en camiones, camionetas, autos particulares y, en muchos casos, por su propio pie, pues los más madrugadores quisieron los primeros lugares para ver lo más de cerca al Presidente.
Los puestos ambulantes acompañaron desde la mañana a los asistentes. “Amlitos” de peluche, gorras, llaveros, “Clauditas”, y demás vendimia aderezaron, como siempre, los eventos de López Obrador.
“De a 250 pesos el peluche, anímese, se van a ir rápido; se están vendiendo muy bien”, recitaba un vendedor camino a la Plaza.
“Esto es un adiós, pero te quedas en el corazón de todos; hasta siempre, Presidente”. “Amor con amor se paga; gracias por todo; usted nos enseñó a ser un mejor país”, fueron los mensajes que la gente escribió en sus mantas.
Pese a los 26 grados que se sintieron en la plancha del Zócalo, la gente no se movió y sólo sacó sombrillas, gorras y bancos para esperar todo el tiempo que duraría el mensaje: más de dos horas.
En todo momento se aplaudieron los logros de la Cuarta Transformación de estos últimos seis años, y los momentos de más emotividad fueron cuando el titular del Ejecutivo se refirió a los programas sociales y cuando fue presentada Claudia Sheinbaum; sin embargo, cuando el mandatario habló de la reforma judicial y de la elección de los jueces, magistrados y ministros, los asistentes comenzaron a gritar: “fuera Piña”, en referencia a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña Hernández.
Al final, los simpatizantes se fueron en medio de un ambiente de nostalgia, pero también cargado de emotividad, entre el adiós al Presidente y la bienvenida a la primera mujer Presidenta.
Desde el frío de la madrugada para apartar un lugar, hasta el calor al acercarse el mediodía, resistieron los miles de asistentes que hicieron fila para presenciar el sexto y último Informe de Gobierno del Presidente, aunque miles no pudieron llegar y se quedaron en calles aledañas al Zócalo. Tamales y atole les ayudaron a apaciguar la espera, mientras que los vendedores ofrecían sus souvenirs del primer mandatario y de la futura Presidenta. Corridos, fandangos, coplas y música tradicional amenizaron la espera de los presentes.
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