Sonríe 2: ¿Vale la pena ver la película de terror?
Ya con la claridad en cuanto al origen de este maligno ser que se cuela en la psique de las personas para alimentarse de los miedos dejándoles una enfermiza sonrisa como fatal colofón, y con las reglas establecidas de que para poder trasladarse a un nuevo huésped, este tiene que atestiguar la cruenta muerte del antiguo; “Sonríe 2” inicia a tambor batiente con una brutal secuencia anunciando que seguirá los lineamientos de las secuelas de fórmula, es decir que tendrá mucho más de todo, más sangre, más muertes y más violencia.
Sin embargo tras dicho preludio Parker Finn, director que también fuera responsable de la primera entrega de la franquicia, decide apostar por tener un poco más de historia, lo cual juega un tanto en contra al enfocarse demasiado en lucir al personaje central que en este caso es una super estrella pop retomando su carrera tras varios escándalos y problemas de adicciones, quien es interpretada por la real cantautora y bailarina británica Naomi Scott, cuya convicción y desempeño actoral aquí ciertamente funciona a la perfección.
El asunto es que, si bien hay esmero en el desarrollo de sus circunstancias y motivaciones, para ello y para delinear los detalles de su entorno convulsionado por la exigencia mediática y comercial que habrá de llevarle al colapso, se invierte demasiado el tiempo, reservándose a fugaces momentos los llamativos juegos de percepción, los interesantes apuntes a la salud mental y los sobresaltos que resultaron de lo más entretenido en la película predecesora.
Aún así se mantienen los inquietantes cambios de perspectivas de una cámara que gira para poner la realidad de cabeza, algo de lo cual ahora también hacen eco dentro de la ficción a través de las coreografías y canciones durante los ensayos, para después sacar provecho de la dinámica de la protagonista con los bailarines y elaborar una secuencia llena de sorna con aterradores congelamientos.
Hay que decir que el desarrollo es consistente y la tensión saben alimentarla con el acoso latente en la relación que debe mantener un ídolo de su magnitud con los fans, así como la presión que generan sus presentaciones en eventos sociales y el cumplir con los compromisos promocionales.
Afortunadamente esto le alcanza a la película para sostenerse hasta su último tercio que es cuando la criatura por fin se deja sentir por completo y se encamina a lograr su objetivo de reproducirse a nivel masivo, detonando el espeluznante desconcierto que genera la ruptura de la línea divisoria entre la cordura y la demencia en brutales secuencias. Es entonces que todo el trayecto realmente vale la pena y coloca a “Sonrie 2” como una satisfactoria secuela y un funcional vehículo de terror.
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