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Una vez más alzan su voz contra la violencia porque “poco ha cambiado”

También salieron a marchar, en compañía de sus mamás, cientos de niños, quienes gritaban consignas en favor de las mujeres; de los colectivos más activos, contra la violencia vicaria
  • Por Redacción
Una vez más alzan su voz contra la violencia porque “poco ha cambiado”

Como en 2020, porque “poco cambió y la mayoría empeoró”, el violeta inundó de nuevo las calles de la capital. En el Día internacional de la Mujer, decenas de miles de mujeres salieron en demanda de la justicia que no les ha llegado, los hijos que no les han devuelto, la salud que no las ha alcanzado, la seguridad que no han sentido y los padres que no han pagado la pensión.

Ya sin restricciones sanitarias por la pandemia y con un sexenio a pocos meses de terminar, las mujeres volvieron a salir por montones —180 mil según las autoridades, una cifra que dobló la asistencia de 90 mil el año pasado— a gritar lo que se les ha quedado a deber.

“A mí el Estado no me protegió cuando fui abusada, a mí el Estado me debe la paz, la salud mental, la seguridad, la justicia, la estabilidad que yo perdí porque dejaron libre a mi agresor, a mi no me creyeron, no lo capturaron a tiempo y se les peló. ¿A mí quién me devuelve lo que yo tenía? Ya luego se comprobó que mi versión era real, que sí ocurrió lo que solo yo sufrí ¿y a ellos qué? Ellos duermen, ríen, tienen sus familias y trabajan, yo no, yo me perdí”, contó enojada Mariel.

Como miles, llegó desde temprano al Monumento a la Revolución donde colectivas feministas extendieron pequeños puestos sobre la explanada para vender pañuelos, ropa, llaveros y demás artículos con los que, afirman, sobreviven a la violencia económica de un sistema que “no permite que el dinero alcance para lo básico, menos cuando tienes hijos”.

En otro punto, sobre la Glorieta de las Mujeres que luchan, más colectivas se agruparon, cantaron, montaron tendederos en los que colgaron sus historias impresas y también bordadas a mano.

Ahí se encontraba como cada año don José Luis, un hombre de la tercera edad, con sombrero y un megáfono al hombro para buscar a Josefina Avellaneda, su hija desaparecida desde el 2016 en Iztapalapa y a quien busca con angustia porque, además de lo que una desaparición implica por sí misma, ella padece esquizofrenia.

En el mismo punto, un muñeco de algodón vestido con ropa beige fue atado con un lazo. Sobre el torso fueron pegadas las fotografías de hombres sentenciados por abuso sexual. La figura fue arrastrada sobre Paseo de la Reforma hasta el Zócalo, donde fue incinerado.

En el trayecto, contingentes de madres de desaparecidos, de infancias desprotegidas, de diversas profesiones, avanzaron con tranquilidad, realizando algunas pintas sobre las vallas que días antes las autoridades colocaron para proteger negocios, monumentos y edificios gubernamentales.

El colectivo contra la violencia vicaria, encabezado por Diana Luz Vázquez Ruiz, fue uno de los más activos, no sólo por las mujeres, sino por los hijos de las mismas, quienes participaron en lanzar consignas contra las paternidades ausentes.

Previo a la marcha, la activista e impulsora de la Ley Sabina, en honor al nombre que lleva su pequeña hija, contra deudores alimentarios, Diana Luz Vázquez, dijo que los deudores alimentarios deberán cumplir con sus obligaciones para el sustento y supervivencia de sus hijos.

“Por ello, a través del quehacer diario hacemos eco de esas voces para que resuene hasta el último rincón del país, porque este 8 de marzo de 2024, Día Internacional de la Mujer, nos unimos al llamado de la ONU de invertir en las mujeres, acelerar el progreso, porque juntas y con autonomía somos más fuertes”, externó.

Dijo que la marcha de ayer “está mucho mayor nutrida por madres, debido a las diferentes violencias que viven, ya que ellas están despertando”.

Subrayó que el 30 por ciento de las maternidades del país son mamás autónomas, lo que significa que una tercera parte de las y los niños no tienen papá.

Destacó que aunque con la lucha se ha logrado quitar pasaportes y licencias de conducir a deudores alimentarios, no resuelve la necesidad de las madres, pero “es un paso”. Igual se busca quitar la matrícula consular para que cuando entren a Estados Unidos no tengan una licencia de conducir si están demandados como deudores en México.

Argumenta que en esta marcha se sumaron muchas más madres debido a que la violencia vicaria va en aumento y la razón es “que antes no se daban cuenta que vivían ese tipo de violencia, antes no detectaban que se debía exigir la pensión o por otro lado no se daban a la tarea si quiera de levantar una denuncia y ahora gracias a que salimos a las calles lo hacen”.

Más tarde el colectivo Ley Sabina Nacional denunció a sus deudores alimentarios por medio de un tendedero y pancartas sobre el suelo. Entre consignas, exigieron que las autoridades dejen de perpetuar las prácticas patriarcales que las llevan a vivir dicho tipo de violencia.

“Se funan deudores, violentadores, fraudulentos o sabandijas que deban pensiones. Se funan deudores, abandonadores, irresponsables”, fueron algunas de las frases que se pronunciaron.

A decir de colectivos, este año se notó una mayor presencia de infancias que acudieron a gritar junto a sus madres. Durante al menos siete horas consecutivas, las mujeres seguían llegando a la plancha del Zócalo, a pesar de la caída de la noche.

Fue el mismo tiempo durante el cual integrantes del Bloque Negro intentaron derribar las vallas que blindaban la Catedral y el Palacio Nacional, a las que azotaron con martillos, que se intentaron forzar con cinceles, tubos, cadenas y que por la noche fueron incendiadas.

La manifestación feminista albergó otros conflictos sociales, como el de Oriente Medio, pues banderas de Palestina y exigencias para la libertad de su población se hicieron notar entre la multitud. Una mujer con una camiseta blanca, sobre la cual pintó la bandera de Israel, fue expulsada de la marcha por parte de quienes acusan a aquel país de cometer actos genocidas que han acabado con la vida de miles de inocentes.

Sobre el templete en el que se exponían denuncias de agresores y autoridades impunes, llegó el caso Iguala. Una mujer subió a nombre de la Sección XXII de la CNTE para denunciar el ataque a dos normalistas ocurrido la noche anterior.

“Casi al término de este sexenio la impunidad persiste y la incompetencia gubernamental es evidente. Es inadmisible que el Gobierno, en lugar de mostrar empatía ante esas madres de familia con esas madres que sufren por la desaparición de sus hijos, opte por la indiferencia y, peor aún, inicie campañas infundadas para desacreditar el movimiento, desviando la atención de su propia responsabilidad, como una táctica cínica y falaz”, exclamó.

Al finalizar la marcha, el ERUM dijo que al corte de las 20:00 horas atendió a 135 personas, 91 civiles y 44 policías que estaban en la marcha. De entre los hospitalizados, hubo una que sufrió un infarto, una amenaza de aborto y otra intoxicada por ingesta de solvente.

Un joven de 24 años, identificado como Abraham “N”, fue detenido por la policía tras liarse a golpes con varias mujeres que asistieron a la marcha del 8M, porque no lo dejaron cruzar en su motocicleta.

En un video difundido en redes sociales, se aprecia al hombre en Avenida Juárez, casi enfrente del Palacio de Bellas Artes, discutiendo con varias mujeres para que lo dejen pasar, situación en la que se hace de palabras con ellas. Cuando baja de la moto para empujar su unidad, las manifestantas impiden que avance y una de ellas lo avienta por la espalda, por lo que de inmediato comienza a soltar golpes contra todas las mujeres que lo enfrentaron.

Posteriormente, policías lo retiraron del lugar y lo presentaron ante el MP.

En redes sociales hubo reacciones encontradas: unos condenaron sus acciones y otros dijeron que actuó en defensa propia.

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