Los Cimientos, comunidad con fe
En Coyuca, Guerrero
Las palmeras tienen memoria en el pueblo de Los Cimientos, municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero. A una semana del impacto del huracán John, sus hojas marcan la ruta del viento que las derribó.
Los Cimientos es una comunidad que no ha perdido la fe en recuperarse; sin embargo, sus habitantes resienten los estragos y también los visitantes que no han podido abandonar la zona que aún permanece incomunicada, pues sus vías principales fueron afectadas.
Para llegar, hay que caminar sobre un puente, el cual cruza un río donde hay plantíos de cocos y plátano, que dejaron de existir a causa del huracán. Lo único que se puede ver, a lo lejos, es tierra húmeda y un burro al que se le notan las costillas.
En el ambiente húmedo, el olor a basura y agua estancada es potente; sin embargo, Dianaceli Téllez juega un dominó para “matar el tiempo” junto a su esposo. Ellos quedaron varados el martes pasado, cuando John pegó y les imposibilitó la salida en su auto.
El paisaje que se observaba desde la mesa de Dianaceli es el de un socavón lleno de lodo y dos autos volteados por la fuerza del viento, algunos perros sueltos merodeando sobras y moscas pululando.
Por otra parte, Miguel Balancea Rodríguez palea el lodo que entró con la inundación a su hogar. Comentó que el agua llegó hasta los dos metros y todos los muebles de su domicilio los perdió.
En su patio, el colchón matrimonial se orea, mientras que algunos trofeos, sprays y otros enseres domésticos permanecen enlodados.
Las paredes que delimitan su terreno se vinieron abajo y el agua es testigo de lo que alguna vez fue su improvisado estacionamiento, donde, comentó, “afortunadamente alcancé a mover mis carros, que si no, los hubiera perdido”.
Las calles de Los Cimientos, además de enlodadas, están llenas de socavones, charcos y las pilas de basura que día tras día se acumula por la falta de llegada de camiones de basura. Sin embargo, quienes realizan las labores de saneamiento es el Ejército y Guardia Nacional.
Una joven, que pidió mantenerse en anonimato, aseguró que el olor por las noches es insoportable.
En un albergue improvisado, en una escuela a la entrada de la localidad, la señora Socorro explicó que no pierde la fe en dios, pues “nos ayudará a reconstruir lo que el agua y el aire nos fregó”.
Con mirada cansada, pues en los últimos días ha dormido a la intemperie, ya que su casa quedó inhabitable, aseguró sentirse “contenta” por la ayuda que recibió de la gobernadora Evelyn Salgado, quien visitó su comunidad hace unos días.
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