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Transformers un despertar de las bestias épico

La película equilibra el drama humano con la aventura y recupera lo que hacía funcionar a las primeras entregas; introduce nuevos personajes
  • Por Redacción
Transformers un despertar de las bestias épico

Después de las caóticas y malogradas tercera, cuarta y quinta entrega, el spin-off  protagonizado en solitario por Bumblebee (2018) les mostró el camino al regresar con certeza a lo básico, y deciden atender al llamado con la película Transformers: El despertar de las bestias, de Steven Caple Jr. —Creed II: Defendiendo el legado (2018)—, equilibrando el drama humano simple con la aventura épica para recuperar todo aquello que hacía funcionar como divertidos blockbusters a las primeras entregas de la exitosa franquicia de Paramount.

Hay que agregar el que, sin ser precisamente arriesgados ni mucho menos, después de tantos años deciden dejar de lado los modelos femeninos de belleza estandarizados, así como los usuales rasgos de los héroes de acción, y sin complicarse demasiado apuestan por arquetipos mucho más acordes a las actuales y necesarias exigencias dentro de este tipo cine.

Así entonces tenemos como protagonista a un joven exmilitar (Noah Díaz) muy hábil manipulando aparatos electrónicos y que se busca la vida con su familia en un barrio de Brooklyn, quien junto a una chica profesionista (Elena Wallace), que trabaja en un museo como especialista en artefactos arcanos y otras antigüedades, habrá de involucrarse inesperadamente en la épica batalla por salvar dos mundos, la Tierra y Cybertron, teniendo como amenaza latente al legendario Unicron (no por nada Orson Welles le prestó voz en una de sus versiones animadas).

Eso es en cuanto al ciudadano de a pie, pero en estos autobots hay también un par de acertados agregados. Y es que al tratarse de una precuela, se permiten presentar a un Optimus Prime desconfiado y reticente a relacionarse con la humanidad, lo cual en esta ocasión le otorga un rango de desarrollo como personaje un tanto mayor a lo que habíamos visto.

En lo anterior además tienen mucho que ver Optimus Primal y los Maximals, quienes a diferencia de lo que sucedió con los Dinobots en el largometraje Transformers: el último caballero (2017), no son desperdiciados pensando sólo en generar imágenes por el mero impacto visual. Su presencia adquiere sentido dentro de la trama al servir de contrapeso al dilema de preocuparse sólo por su planeta y los de su especie o hacer lo correcto, enriqueciendo de paso el universo al que pertenecen con apuntes a un misticismo mínimo en sus rangos y tradiciones, además de lucir en batallas donde ya no solamente se trata de plastas de CGI indistinguible.

Claro, no debemos engañarnos, Transformers: El despertar de las bestias está llena de clichés y sólo obedece a los requerimientos de la fórmula, la acción es la prioridad y la historia ya la sabemos, pero al menos se cuenta con ligereza, encuentra algo de frescura a través de sus protagonistas, un tanto más mundanos en sus roles, y las nuevas criaturas robot además de llamativas, poseen la personalidad suficiente para quedarse en el gusto del público.

Se trata de una sexta entrega de la saga principal que, a diferencia de sus más recientes predecesoras, cumple no sólo con los fuegos artificiales en pantalla que ocuparon una gran parte de su presupuesto de 200 millones de dólares aproximados, sino como efectivo producto de entretenimiento, dejando con ganas de ver un poco más de la franquicia.

La película, que ya se encuentra en la cartelera de cine mexicana y abre un nuevo camino para una trilogía de estos robots.

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