Tár refleja el abuso de la perfección y del poder
La película Tár, de Todd Field (Crimen Imperdonable, 2001), en su estructura adolece de un preludio tan fascinante como estéril, pues su inteligente y sugestiva exposición sobre conceptos musicales que prometía interesantes disertaciones, poco se desarrolla más adelante, sólo sirve para dimensionar la estatura de su protagonista como un verdadero prodigio de la composición y dirección de orquesta, algo que igual se consigue con rapidez en las siguientes escenas, sin caer de lleno en lo discursivo.
A pesar de lo anterior, lo cierto es que a partir de ahí la lucidez narrativa, que no deja ningún diálogo o acción al azar, es innegable, sustentando con creces el enfoque sobre los roles dominantes dentro de un ámbito donde el culto desmedido a los logros creativos genera un estatus de privilegio, idóneo para los abusos que se normalizan en el nombre del arte, de la mano del regodeo y el ego.
Lo preciso de la elaboración, que va con la posición de la cámara revelando los niveles de poder y una estética elegante, entre atmósferas grises que difuminan los límites de la vida pública y la privada, es el fiel reflejo de la partitura corporal y gestual que despliega en su pleno estado de gracia Cate Blanchett —Carol (2015), Thor:Ragnarok (2017)—, armada con base a posturas físicas que rompen con los lineamientos de género, así como un semblante en el que mezcla de sarcasmo y condescendencia. Es de ese modo que logra encarnar a una mujer de presencia ambigua y personalidad calculadora, tan intimidante y antipática como seductora y sorprendente, cuyo afán perfeccionista la mantiene en la lucha entre la presión y la culpa, y la lleva a minucias arrogantes, como replicar para sus fotos y presentaciones, los vestuarios y perspectivas correspondientes a las portadas de discos emblemáticos de la música clásica.
La debacle profesional y emocional que enfrenta el personaje debido a las acusaciones de acoso, que nos lleva a conocer más sobre sus relaciones personales y sus orígenes, y que por momentos la trama pareciera precipitar dejando algunas líneas argumentales al aire, es encausada por el manejo espacial que nunca pierde la correspondencia del proceso y es definido de inicio por hipnotizantes planos secuencia, sumado al peso simbólico que paulatinamente adquieren puertas y ventanas, concretando así una película sofisticada que, contando con una poderosa interpretación actoral como llave, abre el debate sobre el extremo de las jerarquías y la meritocracia.
El filme, que se estrena hoy en México, está nominado a Mejor Película en los Oscar, junto con cintas como Sin novedad en el frente y Todo en todas partes al mismo tiempo. Además compite en Mejor Dirección (Todd Field), Mejor Actriz (Cate Blanchett), Mejor Fotografía, Mejor Edición y Mejor Guion Original.
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