SAW X, ¿por qué ver la “intersecuela” de la célebre franquicia de terror?
Hay un único acierto en esta nueva entrega de una saga que irónicamente ya ha extendido demasiado la tortura. Y no es otra cosa sino el hecho de plantearse como una especie de “intercuela”, es decir que se ubica entre lo que fue la primera y la segunda parte, lo cual le permite sacar provecho de la vieja presencia del asesino Jigsaw y otros personajes conocidos, para dar pie a escenas que provocarán esos gritos casi programados por la costumbre en los fans menos exigentes pero amantes de las conexiones, incluyendo la concebida para postcreditos, y que es un tanto menos desangelada que la conclusión que le precede, pero nada más.
Porque en este afán de que el otrora antagonista refuerce la empatía con el público, la bautizada simplemente como Saw X entrega un primer tercio tipo drama con toques de inquietud enfocada en su enfermedad y la posibilidad de curarse, el cual naufraga en la somnolencia hasta dar pie a una nueva historia de venganza llena de ese sadismo al que la franquicia nos tiene acostumbrados.
Es ahí precisamente en donde logra recuperar el ingenio truculento que la hizo famosa. Por desgracia se va diluyendo de a poco, lo cual podría pasarse por alto junto con la inverosimilitud de que un par de personas en tan poco tiempo puedan investigar a sus víctimas, y además preparar la enorme cantidad de trampas que lucen dentro de un sitio al que acaban de acceder en un país donde nadie los conoce; pero es imperdonable que hacia el final, después de casi dos horas de duración se precipiten, y aquellos a quienes convirtieron en los grandes villanos la tortura les pase de largo olvidándose de su “Juego del Miedo”.
En lo que se refiere a que ahora la acción se lleve a cabo en México, esto se traduce en posibilidades desperdiciadas. Si bien el escenario resulta muy conveniente para justificar que suceda bajo las narices de cualquier tipo de autoridad y por supuesto que la policía brille por su ausencia, todo queda en lo anecdótico. No hay más allá del diseño con aire prehispánico de un par de herramientas, mismas que nuevamente dan pie a la pregunta “¿En que momento consiguieron y elaboraron esto?”, pero bueno, seguramente se dieron una escapada al mercado del Sonora o a algún establecimiento de artesanías.
Así entonces, se agradece la macabra nostalgia de las referencias y las pocas secuencias de retorcida y sangrienta transgresión física que alcanzan el nivel prometido, pero Saw X de Kevin Greutert -Toc toc toc (2023)-, queda como una película de momentos, aunque pese a su irregularidad es cierto que si está un poquito por encima de sus inmediatas predecesoras
DGC
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