Pepe Rivero traza recorrido por la trova cubana del siglo XX
Las consonancias de unas melodías entrañables inundan la mañana: flamean los ecos de las digitaciones del instrumentista, compositor y arreglista Pepe Rivero (Manzanillo, Cuba, 1972) que nos regala el álbum Piano y Trova (Cezanne Producción, 2023): recorrido espiritual por el repertorio de la canción trovadoresca cubana del siglo XX en la selección de diez temas emblemáticos que van del mítico bolero “Tristeza”, de Pepe Sánchez, al encomiado bolero-son “Años”, de Pablo Milanés.
Catálogo de nostalgias empalmadas donde estaciones, convergencias, olvidos, dolores, gozos y destellos del corazón dialogan con las frondas del deseo para asomarse por las rendijas del amor. “Longina” (Manuel Corona), “Aquellos ojos verdes” (Menéndez/Utrera), “Veinte años” (Vera/Aramburu), “Siempre en mi corazón” (Lecuona), “Olvido” (Matamoros), “Perla Marina” (Garay), “Convergencia” (Gutiérrez/Guerra), “Ay Mamá Inés” (Eliseo Grenet), “Años” (Pablo Milanés).
El pianista colaborador de Paquito D’Rivera, Marcus Miller, Omara Portuondo, Javier Colina, Ana Belén, Celia Cruz, Jerry González, Diego El Cigala y David Murray, entre otras figuras destacadas, asiente una franja emocional: “declaración de fe al legado musical de su natal Cuba y a la capacidad de esa música de traspasar fronteras, conquistar nuevas latitudes y permearse de disimiles influencias manteniendo incólume su esencia”, al decir de la musicógrafa Rosa Marquetti.
“Este disco tiene origen en la convocatoria de Miguel Ángel Marín, director musical de la Fundación Juan March, para presentarme dentro del ciclo Clásicos de la canción latinoamericana para exponer mi visión pianística de la Nueva Trova Cubana. Me pareció bien la idea, pero reflexioné acerca de que ese movimiento procedía de la vieja trova tradicional originaria de la zona oriental cubana, que tras los influjos musicales europeos y mezcla con ritmos africanos dio lugar a la canción criolla con letras de hondo lirismo y una cadencia muy especial que se convirtió en un género dentro de la canción cubana”, precisó en entrevista telefónica desde Madrid con La Razón, el pianista Pepe Rivero.
¿Cómo fue la selección? Retomé composiciones de grandes compositores cubanos de finales del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX, entre ellos, Pepe Sánchez, autor de Tristeza (1883), el primer bolero; Sindo Garay, Miguel Matamoros, Maria Teresa Vera, Manuel Corona, Nilo Menéndez, Ernesto Lecuona o Eliseo Grenet, entre otros. La mayoría de estos grandes músicos y trovadores compusieron sus obras con la guitarra como instrumento de creación y vehículo expresivo.
¿Mudanzas al piano de esas melodías? “Longina”, “Veinte años”, “Olvido” o “Perla Marina”, por ejemplo, son piezas de las cuales se han realizado muchas versiones en diferentes formatos instrumentales. El desafío estaba en apropiarme del alma de esas canciones y asumirla en mi estilo donde apelo a lo clásico y a la libertad del lenguaje del jazz.
¿Homenaje a la pianística cubana? Así lo concibo. Innegable reconocimiento al legado de la Escuela Cubana de Piano: Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona, Bebo Valdés, Rubén González, Felo Bergaza, Peruchín, Frank Emilio, Chucho Valdés, Gabriel Hernández y Gonzalo Rubalcaba, por sólo nombrar algunos. Motivo para regresar al lugar donde nací, región de grandes trovadores y soneros.
Audaces extrapolaciones en “Longina”, “Tristeza”, “Perla Marina” o “Veinte Años”. ¿Lo clásico entretejido con el discurso jazzístico? Siempre me ha interesado modular atmósferas diferenciadas a través de variantes armónicas que tomo del jazz y de la música de concierto. Quizás aquí se hacen evidentes, sobre todo, en la ejecución de “Longina” y “Ay, Mamá Inés”. En este disco me propongo subrayar y hacer concordias entre lo clásico y lo tradicional a través de los aportes de la pianística cubana.
¿Concordias muy latentes en el sugestivo arreglo a “Años” de Pablo Milanés? Termina el álbum con esa pieza, donde se conjugan los nexos de la trova tradicional con la nueva trova cubana. Es para mí la ejecución más íntima de todo el disco en una propuesta neoclásica donde está toda mi alma.
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