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Paula Markovitch, un cine poco condescendiente y arriesgado

La directora afirma a La Razón que prefiere desarrollar una buena historia que refleje “el salvajismo de vivir”; crítica que en América Latina se hagan filmes lastimosos y no se retrate la alegría propia de la región
  • Por Redacción
Paula Markovitch, un cine poco condescendiente y arriesgado

Paula Markovitch plantea un cine poco condescendiente y arriesgado, en el que exista total libertad creativa para desarrollar una buena historia que refleje “el salvajismo de vivir”.

Nacida en Buenos Aires, Argentina, pero radicada en nuestro país desde hace más de 20 años, Markovitch debutó como directora con El premio (2011), en la que deja caer todo el peso cinematográfico en una niña de siete años. Pero esto no le importa a la realizadora, pues sabe que como son recién llegados al planeta, tienen una plenitud de vivir, aunque aclara, “no como negación del dolor, sino que cuanto más adversas son las circunstancias, más nos aferramos a la felicidad”.

“Algunos directores me comentan su temor (a trabajar con niños), pero a mí me pasa al revés, me parece que los niños como protagonistas te ayudan como directora, sostienen la película con su brillo, con su luz, con su genialidad. En algunos rodajes se intenta hacer que el niño se porte bien, es decir, adecúan al niño a las necesidades del rodaje, y yo hago lo contrario, adecúo la película entera al talento de los niños. Y en ese sentido te diría que para mí es un alivio trabajar con niños”, comparte a La Razón.

Paula también es crítica del cine latinoamericano actual, del cual busca “que se deje de exportar una visión lastimosa”.

“Estoy a favor de un cine descolonizado, donde se refleje la plenitud de la vida, la alegría. Siento que los latinoamericanos somos muy alegres y lo malo es que esa alegría no la reflejamos en nuestro cine, porque siento que exportamos esa visión condescendiente o lastimosa. Si bien somos países con múltiples problemáticas, también somos pueblos muy alegres, entonces intento plasmar esa alegría, ese misterio, ese salvajismo, esa fuerza de vivir en las películas”, dice.

Aunque incursionó en la escena cinematográfica como guionista de filmes como Temporada de patos (2004) y Lake Tahoe (2008), ambas de Fernando Eimbcke, la directora se define más como escritora.

“He escrito un libro de cuentos, escribo ensayos, desde muy niña soy escritora y me dediqué al guionismo por una cuestión profesional, pero mi verdadera vocación es ser autora”, comparte la directora que este mes recibirá una retrospectiva de sus películas en la Cineteca Nacional, como parte del ciclo “Conversando con nuestros cineastas”.

Su ópera prima, El premio, que ganó diversos galardones como el Oso de Plata en la Berlinale inicia la retrospectiva este jueves 10 de agosto; le sigue El actor principal (2019) el día 17; Cuadros en la oscuridad (2017) el jueves 24 y finaliza el 31 de agosto con una plática de su libro Cacerías imaginarias (2022).

“El libro lo vamos a volver a presentar, es una parte biográfica y una reflexión sobre experiencias de escritura, de dirección. Creo que es un buen punto de partida para que conversemos la gente que hacemos cine con los que nos gusta ver cine, un diálogo sobre dónde nacen las historias”, termina muy entusiasmada.

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