La frontera invisible muestra el otro rostro del mundo militar
En isla Socorro, un lugar apartado de todo y que es el último límite de México en el Pacífico, un grupo de 30 militares tiene la tarea de cuidar y proteger los confines del país. Es en ese sitio donde la directora Mariana Flores Villalba, en La frontera invisible, retrata los miedos que atraviesan estos hombres y mujeres, su sentir fuera de casa y lejos de su familia, su opinión de la violencia que atraviesa la nación e incluso lo que piensan de los derechos humanos.
El documental, a través de las historias de estos militares, quienes provienen de contextos marginados de México, muestra el otro lado de la Marina, el de los estratos más bajos que se convierten en carne de cañón y quedan desprotegidos, tanto en lo emocional como mental.
Uno de ellos cuenta, por ejemplo, que tuvo pesadillas después de un enfrentamiento, y otro que oculta su labor a su familia, porque en el lugar de donde viene sólo hay dos opciones, unirse a las filas del narco o a las Fuerzas Armadas. Además se ven parte de sus entrenamientos en los que se les enseña que un soldado no siente, sólo recibe órdenes.
“Es fundamental conocer a las personas que están detrás de esta cortina tan opaca que son las Fuerzas Armadas, en este caso la Marina, conocer cómo les afecta vivir dentro de ese régimen, qué pasa con su vida, sus emociones, su bienestar, por qué están ahí, muchas veces qué lleva a esos atropellos (que cometen), cómo funcionan.
“Es una probadita en la que te das cuenta cómo juega esta víctima-victimario, cómo funciona el aparato militar para las jerarquías bajas, te percatas de un montón de grises que hay en las Fuerzas Armadas y le pones cara a lo que generalmente no tiene”, comentó en entrevista con La Razón Flores Villalba.
En lo anterior coincidió el productor Carlos Hernández Vázquez para quien el documental permite “entender este otro lado, quitar este velo de la institución nos ayuda a comprender que las políticas gubernamentales rebasan a la tropa y la pone en una situación delicada”, dijo a este diario.
Toda la filmación transcurre en ese destacamento de la Armada de México, donde se ve a los militares en su día a día, desde platicando con sus compañeros sobre anécdotas que han vivido en algún enfrentamiento, pescando en el mar, tocando música y hasta entrenando.
“La película ocurre en un lugar muy particular, la isla de Socorro, de por sí es interesante y si le agregamos 30 personas viviendo ahí de manera totalmente aislada, como una comunidad aparte de la sociedad, es más llamativo. Si a esto le sumas que es una comunidad, que es un crisol del país al ser personas que son de distintas partes de México, que conforman esta base de las Fuerzas Armadas, se vuelve algo muy particular”, resaltó.
El productor destacó que se contrasta la belleza de los paisajes que ofrece ese lugar con las historias de los marinos que están en la base. Es entre un paraíso y una prisión.
La frontera invisible se presentó ayer en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, donde habrá dos funciones más, hoy a las 20:30 horas y mañana a las 11:10 horas.
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