Jim Henson: El hombre y las ideas, mirar al genio y sus muppets
Cierto que el que se tratase de un acercamiento a la figura del legendario Jim Henson -La gran aventura de los Muppets (1981), El Cristal Encantado (1982)-, artista estadounidense que a mitad del siglo pasado sorprendió al mundo con sus entrañables creaciones hasta ganarse el corazón de la gente y hacerse de un más que merecido lugar dentro de la cultura popular; ya hacia sumamente atractivo este documental presentado bajo el auspicio de Disney.
Pero el que estuviese dirigido por Ron Howard, quien después de éxitos como Splash (1984), Cocoon (1985) y Una Mente Brillante (2001), cediera ante los convencionalismos para hundirse en la mediocridad con películas tipo Han Solo (2018), indicaba que lo más seguro es que nos encontrásemos con una propuesta formulaica y sin mucho que ofrecer más allá de la información. Sin embargo esta vez nos equivocamos.
En Jim Henson: El hombre y las ideas, todo el oficio que lleva a sus espaldas el también responsable de producciones como El Grinch (2000), El Código Da Vinci (2006) y Ángeles y Demonios (2009), le permite conectar de inmediato con el corazón de una época análoga y encontrar una enorme lucidez para interpretar el lenguaje visual que definía los formatos del entretenimiento y elaborar secuencias que, sin llegar a ser arriesgadas como el propio Henson lo fue hasta el momento de su prematuro fallecimiento, al menos si ofrecen guiños ingeniosos de objetos inanimados moviéndose, además de lúdicos montajes con la televisión cobrando protagonismo y sirviendo de puente entre el material de archivo que muestra segmentos de los distintos shows y el detrás de los mismos, y los testimonios de aquellos que trabajaron alrededor del genio en cuestión y que van de su eterno cómplice Frank Oz -¿Es o no es? (1997)-, a su compañera y esposa, pasando por las evocaciones de sus hijos por completo involucrados en el oficio de su padre, y artistas como Jennifer Connely que participara en su película hoy de culto, Laberinto (1986).
Además la narrativa es ágil y está impregnada de una genuina conjunción de nostalgia y espíritu lúdico que le pone a tono con la personalidad y los procesos creativos del otrora impulsor de Plaza Sésamo y Los Muppets, conceptos de los cuales aquí se muestra la génesis y evolución, junto a otras de sus propuestas más experimentales como aquell que involucraba proyecciones y discotecas, lo mismo que su adición al trabajo, su postura con respecto al lado comercial del espectáculo y el asumir o no la responsabilidad de educar a través del mismo.
Así entonces, al documental Jim Henson: el hombre y las ideas se le hubiera agradecido que fuera un poco más propositivo y corriera algún riesgo en su forma, pero al menos es sumamente completo y tiene lo suficiente para ofrecer un cariñoso y festivo homenaje a uno de los constructores de sueños que estimulaban sin reparos la imaginación de un público aún con la capacidad para sorprenderse a flor de piel, y quien como dijera Orson Wells -El ciudadano Kane (1941)- con su muy particular sentido del humor en el fragmento de su programa que aquí retoman “Supo traer al siglo XX a las marionetas, las cuales aunque no lo crean ya existían desde la prehistoria”.
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