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Enferma de mí, una brutal sátira del narcisismo

La comedia se centra en una pareja competitiva entre sí; evidencia la hipocresía de la inclusión en la moda y el ego del mundo del arte
  • Por Redacción
Enferma de mí, una brutal sátira del narcisismo

En 1968 el célebre artista norteamericano Andy Warhol, sentenciaba que en el futuro todo el mundo tendría sus quince minutos de fama, frase que pasaría a formar parte de la cultura popular y que luego Woody Allen referiría con el personaje de Roberto Benigni en su película De aroma con Amor (2012).

Lo que no imaginaban era de lo que las personas serían capaces de hacer no sólo para acceder a ese momento, sino para mantenerlo por el mayor tiempo posible. Una obsesión cuya génesis se liga directamente a los medios tradicionales de comunicación en un mundo aún análogo, pero que hoy ha explotado de forma inaudita con las redes sociales.

Es a eso que se aboca Enferma de mí, película que tiene como su primer gran acierto el mantener como marco ambos vehículos de interacción pública, pero sin volverlos nunca los protagonistas, de hecho, es muy poco lo que vemos directamente de ellos en pantalla.

Y es que a final de cuentas de lo que se trata es de el ser humano y una de las patologías que le definen en lo que aún son los albores del siglo XX, en este caso a través de una chica promedio cuyo novio es un artista emergente, y que tras una inesperada emergencia en la cafetería donde trabaja, decide sumergirse en un proceso autodestructivo con tal de ser el tema de conversación.

Lo mejor es que el director noruego Kristoffer Borgli —Dream Scenario (2023)—, lo que nos presenta no es un drama oscuro ni mucho menos, es una comedia cuya frescura y pulcritud en su estética, aunado a la agilidad de su desarrollo que incluye satíricos segmentos ilustrando lo que la chica imagina que conseguirá con su manipulación, no hace sino potenciar la brutalidad del absurdo que se convierte en una sardónica exposición de los rasgos patológicos de una sociedad impulsada por la irrefrenable búsqueda de atención y la mitomanía crónica que raya en el ridículo, amén de evidenciar el doble discurso con respecto a la inclusión en el mundo de la moda, el eterno afán de alimentar el ego en el campo del arte, y la condescendencia que se disfraza y se cuela en los grupos de autoayuda.

En contraste, pese a su comicidad incómoda que bordea el humor negro, Enferma de mí resulta muy digerible y aunque la conclusión no alcanza la contundencia que pretende, siempre provoca una abrumadora cercanía. Y es que mucho de lo que nos muestra es fácil identificarlo con alguien a quien conocemos o incluso en nosotros mismos, lo cual le vuelve muy perturbadora.

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