El Eco, viaje a la infancia y a la fragilidad
La primera vez que la aclamada realizadora Tatiana Huezo y el director de fotografía Ernesto Pardo llegaron a El Eco, una pequeña comunidad en Puebla a tres mil 300 metros de altura, la primera sensación que tuvieron fue la “inexistencia de un horizonte, un sitio extraterrestre, como estar en la Luna, un universo al que accedes y no puedes ir más allá”. Fue ahí donde emprendieron un viaje a la infancia de los niños que habitan ese poblado lleno de enigmas, de fragilidad y de fuerza.
El resultado es el documental El Eco, que después de haber sido premiado en la Berlinale, llegará a los cines de México el 29 de agosto. Los espectadores podrán ser testigos de este “retrato complejo, amoroso, lleno de fuerza y esperanza de un pequeño pueblo de México” que entrega Tatiana Huezo, destacó en entrevista con La Razón el director de fotografía, Ernesto Pardo.
En El Eco, poblado del municipio de Chignahuapan, donde viven cerca de 15 familias, la también directora de Noche de fuego se sumergió en la cotidianidad de los menores.
“Habla del eco de la voz, pero también de lo que nuestros papás nos enseñaron, todo eso es algo que a uno se le queda, la enseñanza, se muestra la forma de entender el mundo. Cuando veo la película me da mucha alegría entender lo que Tatiana logró”, comentó Ernesto Pardo, quien se centró fijar su cámara como si se tratara de los ojos de aquellos niños curiosos y llenos de una gran capacidad de sorpresa.
“Teníamos claro que el punto de vista de la película eran los niños, la cámara estaba a la altura de ellos, los niños se sorprenden todo el tiempo y un poco el objetivo mío como fotógrafo fue mirar, a partir de esa sorpresa, el mundo que ellos viven.
“Aunque filmamos cosas muy cotidianas como el desayuno, el trabajo con los animales, todo el tiempo intenté que la mirada de la cámara asumiera la sorpresa de lo que estaba observando, esa mirada de sorpresa tiene que ver con la iluminación, pero también con las cosas que revelan ideas para entender a estos niños, todo esto aprendido de sus padres, de sus abuelos, es una película que habla de eso, como entienden la tierra, lo que les da de comer, es una conciencia muy distinta a la que pueden tener niños que están creciendo en ciudades”, dijo el director de fotografía, quien ha trabajado en Tempestad, también con Tatiana Huezo.
Este retrato cotidiano de El Eco también muestra las fragilidades y la fortaleza de quienes viven ahí.
“Es un entorno que depende de la siembra, de la labor que hacen todo el año para que esta siembra salga, pero no nada más de eso, también de la lluvia, de si cae una helada cuando el maíz está por salir y destruye la cosecha, sí hay una fragilidad en la vida retratada que está todo el tiempo rondando, que los campesinos toman con una terquedad, no importa si cayó una helada y mató toda la siembra, ellos vuelven a cuidar a las plantas con una fe brutal.
“Se retrata esta fragilidad y entiendes el poder de estas personas, el poder de la enseñanza de esos padres. Se retrata un mundo complejo, la sobrevivencia es difícil, depende del capricho de la naturaleza, pero lo asumen con un poder de tradición”, externó Ernesto Pardo sobre la cinta que cuenta con siete nominaciones al Ariel, entre éstas la de Dirección, Edición, Fotografía y Largometraje Documental.
El Eco, antes de llegar a los cines, tendrá una función especial el próximo 12 de agosto en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, como parte de las actividades del Día Internacional de la Juventud de la Organización de las Naciones Unidas (UNESCO). Será a las 19:00 horas y la entrada será libre.
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