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De princesas abnegadas a heroínas

A lo largo de la historia de Disney, los personajes de las mujeres han ido cambiando, ya no buscan a un príncipe azul que las rescate, ellas son valientes y aguerridas; Mérida es la más apasionada y luchadora de todas
  • Por Redacción
De princesas abnegadas a heroínas

La Fábrica de sueños ha sido un símbolo para las niñas que crecieron con las icónicas princesas que buscaban la salvación del príncipe azul, eran gentiles, cariñosas e incluso capaces de perder la identidad por su amado. Representó los estereotipos del sistema patriarcal que predominaba, pero con el paso del tiempo y con los cuestionamientos sobre estas representaciones, Disney ha ido cambiando dicha visión al presentar en los últimos tiempos a personajes valientes, libres, fuertes y que ya no buscan a un hombre que las salve, sino que ellas son las heroínas.

La primera princesa de Disney fue Blancanieves, quien apareció en 1937. Esa bella jovencita era pura y amable. Su único sueño era encontrar a su príncipe para vivir felices para siempre, vendiendo la idea de que estando al lado de un hombre encontraría su bienestar. Fue una fórmula que se repitió en Cenicienta, Bella, Aurora y Ariel, ésta última estuvo dispuesta a perder su voz con tal de reunirse con su amado Eric.

Esas perspectivas que también “alimentaban” la realidad patriarcal comenzaron a ser cuestionadas cada vez más y si Disney quería seguir manteniéndose vigente tendría que hacer modificaciones. Uno de los primeros cambios fue con las princesas Jasmín, Pocahontas y Mulán, en la década de los años 90.

La protagonista de Aladdín es la primera en rebelarse ante un sistema que la obligaba a casarse con quien su familia quería, a diferencia de Blancanieves o Cenicienta que eran abnegadas, Jasmín es representada como una chica aventurera y decidida, no está dispuesta a contraer matrimonio por obligación, pero sí termina enamorándose de Aladdín. Mientras que Pocahontas se muestra con un espíritu valiente e indomable. Tiene como misión detener la guerra entre los indígenas americanos y los colonos. A diferencia de otras princesas ella es la que salva al protagonista masculino de la cinta.

Por su parte, Mulán se presenta como una joven que prioriza su libertad y se impone ante un padre que quiere controlar su vida y su destino. Ya no es la bondadosa joven que se nos presentaba en Blancanieves que atendía a los siete enanos, esta princesa es una guerrera legendaria.

De éstas últimas tres, Mulán logra salvarse a sí misma, mientras que Jasmín y Pocahontas aún tienen a su lado a un hombre del que se enamoran.

En la década de los 90 cuando ocurren estos cambios en las princesas de Disney, el mundo venía de vivir la Tercera Ola Feminista, en la cual las mujeres buscan no sólo equidad en el trabajo, la educación o los derechos civiles, sino también transformar el espacio privado. Se comenzó a visibilizar la violencia de género y hubo una liberación sexual. Además se pensó el feminismo desde diferentes perspectivas y entendiendo que había una diversidad de “feminismos” de mujeres afro, musulmanas, chinas, lesbianas o bisexuales.

Las últimas princesas que ha incorporado Disney a partir de los años 2000 todavía se separan más de los estereotipos tradicionales. Tiana es independiente, tenaz y soñadora; Rapunzel es independiente y aventurera; Mérida busca trazar su propio destino; Moana es valiente y luchadora; y Raya es una heroína intrépida y astuta.

Distan abismalmente de Cenicienta o Blancanieves, a quienes veíamos haciendo labores domésticas y en cambio las observamos en batallas o alcanzando sus sueños. Una transformación que se ha dado conforme la realidad de las mujeres también se ha ido modificando.

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