Aquaman 2 y el final del universo DC; checa la reseña
Aquaman y el Reino Perdido luce los ingredientes requeridos de un producto “blockbustero”. Es decir, hay un plan maquiavélico que pone en peligro al mundo -cortesía del buen Black Manta-, el protagonismo de una pareja dispareja formada al estilo de los buddy films con dos otrora enemigos unidos para luchar contra una amenaza mayor, la respectiva incursión en una fortaleza supuestamente infranqueable, las clásicas guaridas del supervillano que dan pie a enfrentar toda clase de monstruos en mar y tierra, el secuestro que llevará a la confrontación final y el momento de redención. Claro, esto teniendo como escenario los territorios helados de la Antártida, algunos parajes que van de la selvático a lo desértico, y con gran parte de la aventura vestida de la estética deslumbrante de un mundo submarino ideal para elaborar batallas espectaculares con vehículos y criaturas insólitas.
El problema es que todo parte de una genérica historia de venganza que no le importa a nadie, la cual quieren tomarse demasiado en serio y buscan darle trascendencia uniéndola con un arcano poder oscuro de insulsos tintes tolkienianos, y conectándola a la crisis climatológica con la misma simploneria de los cartoons de los 80s. Resulta inevitable pensar en aquella Supermán IV (1987) con sus pretensiones sobre la guerra armamentista, pero caray, eso sucedió en el cine de superhéroes de hace más de 30 años y terminó rayando en el panfleto y hundiéndose en el fracaso.
Por si fuera poco, el tenso entorno político de Atlantis que con sus anacrónicas imposiciones debería poner en entredicho el estatus de su nuevo Rey, al final es la promesa de un problema que nunca lo es tanto, que poco se explora y cuya resolución llega en un segundo y sin mayores explicaciones.
Es por ello que no se trata de otra cosa que de una serie de clichés y lugares comunes dentro de una historia predecible, la cual apenas funciona como mero entretenimiento gracias el oficio del director James Wan -El Conjuro (2013)-, quien hace que en la estructura encajen cada una de las piezas y el desarrollo sea sumamente dinámico.
Además para los agregados de comedia y las secuencias de acción cuenta con un Jason Momoa -Dune (2021)-, que se siente más que cómodo en el papel de este miembro de la Liga de la Justicia, aunque deberá de tener cuidado por que al paso que va y pensando en lo que fue su participación dentro de la franquicia de Rápido y Furioso, no tarda en convertirse en un personaje en sí mismo y quedarse en la autoparodia tipo Dwayne Johnson -Black Adam (2022)- o Jason Statham -Los Indestructibles 4 (2023)-.
En fin, lo cierto es que Aquaman y el Reino Perdido es un cierre y despedida más que acorde a lo que ha sido el fallido y desordenado intento de DC y Warner por desarrollar su propio universo interconectado, y del cual en realidad hay muy poco que se puede rescatar.
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