México, el país que Pelé nunca olvidó
Cuando Edson Arantes do Nascimento, mejor conocido como Pelé, jugó el Mundial de 1970 ya era el Rey, considerado casi unánimemente como el mejor jugador de todos los tiempos. El astro brasileño desarrolló una conexión especial con México, la cual comenzó en la ciudad de Guadalajara y culminó en el Estadio Azteca con la obtención de su tercera copa Jules Rimet.
Edson Arantes do Nascimento entabló una relación especial con la Perla Tapatía, la que se convirtió en su segunda casa, pues la capital de Jalisco fue designada como la sede de la Selección de Brasil durante la Copa del Mundo México 1970 y el calor de los tapatíos enamoró a O Rei.
La Selección Mexicana fue eliminada del torneo que organizaron en cuartos de final ante Italia y el público azteca lo tenía claro, el siguiente equipo al que apoyarían incondicionalmente era a Brasil, comandado por Pelé, pero que contaba con grandes jugadores como Jairzinho, Tostão, Rivelino, Gerson, Carlos Alberto y Clodoaldo.
Arantes do Nascimento jamás ocultó el cariño que tuvo por México y en un video compartido por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, con motivo del 50 aniversario de la final que Brasil ganó 4-1 a Italia en el Coloso de Santa Úrsula, aseguró que no puede olvidar el amor que recibió.
“De todos los viajes de mi carrera todo mundo me pregunta: ‘Pelé cuál fue el mejor, en cuál te divertiste más’. A veces bromeo: ‘sólo me faltó ir a la Luna, me faltó jugar en la Luna’, pero un lugar, un país que no puedo olvidar por el cariño, por la atención que ellos me dieron y por cómo me trataron es México”, comentó el exjugador brasileño.
Notas de la época rememoran cómo los aficionados de Guadalajara se daban cita en un hotel todavía ubicado en la zona conocida como Plaza del Sol. La Perla Tapatía fue la ciudad en la que la Selección Brasileña pasó más tiempo y se menciona que en la alberca o ventana de su habitación Pelé tocaba la guitarra.
El Estadio Jalisco, ubicado sobre la Calzada Independencia, fue la fortaleza de la Canarinha y como resultado de la conexión entre la gente tapatía y la delegación de Brasil se construyó un monumento conocido como Plaza Brasil, el que se encuentra frente a la casa del Atlas y que fue donde Pelé comenzó a trazar sus lienzos en la cancha para coronarse días después y levantó un trofeo más en su muy exitosa carrera.
La escultura es obra del artista jalisciense Miguel Miramontes y es testigo del amor que se generó entre Pelé, la Verdeamarela y Guadalajara. La estatua tiene un balón gigante que sirve como base donde sobresalen tres jugadores que pelean por un esférico; uno es portero y se levanta sobre los restantes para quedarse con la de cuero.
Pelé y Brasil jugaron seis partidos en la Copa del Mundo de México 1970 y únicamente disputaron uno fuera del Estadio Jalisco; la final en el Estadio Azteca. Como local en Guadalajara el Scratch du Oro goleó 4-1 a Checoslovaquia, ganó 1-0 a Inglaterra y 2-0 a Rumania en fase de grupos.
En rondas de eliminación directa, todavía en el Coloso de la Calzada Independencia, la Canarinha goleó en cuartos de final 4-2 a Perú y en semifinales 3-1 a Uruguay en semifinales, para meterse a la final del Mundial en el Coloso de Santa Úrsula.
En el duelo consagratorio ante Italia, comandada por Dino Zoff y Gianni Rivera, Brasil goleó 4-1 a los “Tifosi” y Pelé se convirtió en el único jugador de la historia en ganar tres copas del mundo, además que la Canarinha se quedó para siempre el trofeo Jules Rimet. Fue el compromiso en el que Edson Arantes do Nascimento se retiró de los Mundiales.
En 2008 O’Rei regresó a Guadalajara para ser homenajeado en vida en el Estadio Jalisco, aprovechando la visita del Santos de Brasil a México para jugar por la Copa Libertadores y durante el reconocimiento dijo unas palabras y no pudo contener el llanto.
“Yo siempre he dicho que Pelé tiene tres corazones, uno para su familia, uno para Brasil y el otro para México; yo tengo un corazón mexicano y estoy muy contento de estar aquí”, comentó El Rey frente al público tapatío que tanto lo amó.
En cada edición de la Copa Mundial de la FIFA es común que el público mexicano apoye a la Canarinha cuando el Tricolor es eliminado, pues precisamente a raíz de 1970 comenzó una simpatía por dicho país.
En 1986, cuando México albergó por segunda ocasión el magno evento, Brasil jugó nuevamente sus encuentros como local en suelo tapatío, donde fue eliminado por Francia en cuartos de final, en serie de penaltis.
Brasil también afrontó sus duelos de la primera fase y de semifinales de la Copa Confederaciones de 1999 en Guadalajara, a excepción de la final contra México en el Estadio Azteca.
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