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Airosa tarde de pozohondos graves y exigentes en la México

José Mauricio emociona, De Justo confirma con variedad y San Román se va en hombros bien ganados con dos apéndices; muchas sorpresas para los aficionados
  • Por Redacción
Airosa tarde de pozohondos graves y exigentes en la México

Se fue febrero con toros para todos los gustos y disgustos, la tarde dominical prometía lo que cumplió con creces en animales. Largo cárdeno nevadito, de 535 kilos, muy suelto fue Tinterillo que se pasó por unas chicuelinas estatuarias y luego otras andantes a muy buen ritmo para un Emilio de Justo, botella en pasamanería oro, que redondeó bien una faena de mucha nobleza del primero de los astados zacatecanos. Pinchó y de su segundo viaje se va aplaudido y avisado.

Corto casi colín, listón bragado, Bandoneón fue un asombrerado ojito de perdiz de 512 kilos de primera suerte para un José Mauricio que llegaba para lucirse con su oro blanco en seda azul, que fue de derechazos mandando, conectando con el público, con desplante de descalzarse, con un par de tandas circulares de ensueño y una muleta corta. Picó en todo lo alto y arrancó la primera oreja de la tarde ventosa.

Habano, bragado de 511 kilogramos de ansiedad y sentido, bien picado por uno de los Flores, muy mal rehileteado, fue imponiéndose ante un Diego San Román al que todas sus telas el viento se las llevó. Corto por derechas, corto por naturales, derribó dos veces al coleta purpúreo queretano que le buscó todo. Finalmente pegó la estocada con la que paseó una oreja en el pandero de arena.

Cornivuelto, con pinta de serio, larguísimo, fue Compae, enmorrillado de 529 kilos de riñones que lanceó bien Eric Morales y se meció con relevancia por gaoneras de un José Mauricio que tenía al respetable en la muleta. Pasándose de lidia, con un pinchazo hondo concluyó en silencio el cuarto de la tarde.

Palmero, y su media tonelada y 25 kilos más, complicó las banderillas, pero pasó bien por palos. Derrotón deslució con su cabeza suelta todo el esfuerzo del peninsular, que acabó forzando una faena que coronó con una toledana bien vaciada, pero a un toro apencado que tardó dos avisos en doblar.

Cenizo, berrendo en cárdeno calcetero, el más pesado, hizo mucha buena plástica en las telas capoteras de un San Román más que entregado, que dejó una bella y enorme variación y calidad en la muleta por nota y de una cercanía que hubiera acabado mal. El pitonudo también le dio la segunda oreja al joven Diego que se fue ensordecido por el segundo torero de este ciclo de reapertura.

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