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Sin sentencia, 7 de cada 10 mujeres en prisión

Según el Inegi, 69% de quienes están recluidas tienen entre 18 y 39 años de edad; especialista considera que el sistema penal no las juzga con una perspectiva de género
  • Por Redacción
Sin sentencia, 7 de cada 10 mujeres en prisión

De acuerdo con datos del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS) de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), el 68.1 por ciento de las 645 mujeres que enfrentan procesos por delitos del fuero federal en un centro penitenciario de ese ámbito, no tiene una sentencia.

Esta cifra revela una situación desvarobable para las mujeres presas, toda vez que el porcentaje de población en general encarcelada sin tener una sentencia es del 40.3 por ciento.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (Enpol) 2021 del Inegi, el 69.2 por ciento de quienes están en reclusión tiene entre 18 y 39 años de edad, es decir, se trata de mujeres en plenitud de su edad productiva.

La SSPC reportó que hasta mayo permanecían en cárceles de México 226 mil 646 personas privadas de la libertad; de ellas, 213 mil 840 son hombres (94.35 por ciento) y 12 mil 806 mujeres (5.65 por ciento), datos que coinciden con la Enpol.

Del total de internos, el 87.1 por ciento está relacionado con procesos del fuero común, mientras que el restante 12.9 por ciento corresponde al ámbito federal.

Sobre la situación de las mujeres, José Luis Gutiérrez Román, director de la organización Asistencia Legal por los Derechos Humanos (Asilegal), dijo que el sistema de justicia penal mexicano está hecho prácticamente para fabricar culpables.

“Mientras no se juzgue con un enfoque de perspectiva de género, con un enfoque intercultural e interseccional, no se podrá analizar perfectamente la responsabilidad de las personas que se encuentran en conflicto con la ley y, por lo tanto, privadas de la libertad”, comentó a La Razón.

El activista mencionó que en el caso de las mujeres, además de que sus procesos suelen alargarse ocho o nueve años, frecuentemente son cambiadas de penal y terminan abandonadas por sus propias familias y por sus abogados.

Añadió que si se toma en cuenta que “al día de hoy hay prácticamente 226 mil hombres privados de su libertad, evidentemente el uso y abuso de la prisión preventiva va a ser bastante alto ¿no?”.

Consideró que si se compara en porcentajes, es más alto el de las mujeres, a pesar de que son menos las privadas de libertad, 12 mil 824, pues el porcentaje de las no sentenciadas es mucho más alto.

“Identificamos los perfiles de ellas: la gran mayoría son las únicas proveedoras de su casa; muchas de ellas son padre y madre a la vez, porque no tienen una pareja que las respalde, o muchas cometen el delito porque su pareja las está presionando, o lo cometen de manera conjunta, o su pareja ya está en prisión.

“¿Qué es lo que pasa cuando una mujer está en prisión? Lo primero que se tiene que preocupar es: ¿en dónde va a dejar a sus hijos? ¿Quién va a asumir su papel de proveedora?”, cuestionó.

Dijo que muchas de ellas lo que hacen “es decirle a la mamá, a la cuñada, que no se preocupen, que la dejen ahí, que ella se moverá y verá qué es lo que tiene que hacer para que avance su caso y que por favor se queden al cuidado de sus hijos”.

Añadió que muchas veces, cuando una mujer sale de prisión, quienes acuden a recibirla son amigas que fueron liberadas antes. Ellas se convierten en su nueva familia.

Entre la comunidad penitenciaria, hay un grupo que sufre todavía más la discriminación: son las mujeres trans, que no son reconocidas por la autoridad en su identidad como mujer y deben internarlas en centros para varones.

“Se convierten en objetos sexuales para los internos, porque ellas se identifican como mujeres en un centro de hombres; entonces, imagina, cualquiera se siente con derechos para abusar de ellas, en todos sentidos, desde el económico, las tareas de limpieza en las celdas, hasta por supuesto convertirlas en sus propias mujeres”, denunció Kenia Cuevas, directora de la organización La Casa de las Muñecas Tiresias.

Añadió que esta población penitenciaria es mínima, pues hasta diciembre del 2021 eran 87 las mujeres trans que permanecían en prisión.

“Sin embargo, a pesar de que logran acreditar su identidad de género –algo que reconoce sólo el Gobierno de la Ciudad de México— al ingresar a penales femeniles también sufren la discriminación de sus compañeras, porque no las ven como mujeres. Somos las olvidadas de las olvidadas”, concluyó la activista.

La situación de este sector de la población que está en prisión está escasamente documentada. El estudio más reciente es el informe titulado Mujeres trans privadas de libertad: La invisibilidad tras los muros, publicado en abril del 2020 por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés).

Dicho informe señala qe en En México se han registrado diversos intentos de suicidio de mujeres trans en los centros penitenciarios.

El documento menciona que a las mujeres trans regularmente se les recluye en penales varoniles o femeniles de acuerdo con sus genitales, no con su identidad sexual.

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