Maestros piden revisar, tras un ciclo de uso, contenidos de los libros, no sólo diseño
- Por Redacción
Aunque al inicio del ciclo escolar la Secretaría de Educación Pública (SEP) se comprometió a escuchar a los maestros para identificar errores de los nuevos libros de texto gratuitos (LTG) para corregirlos en los materiales que se impartirán en el siguiente ciclo escolar, las pruebas que aplicó para tal objetivo, y que hasta ahora se han reportado, únicamente se enfocaron en consultar a los docentes sobre los diseños, por lo que pidieron ser tomados en cuenta para que sean revisados los contenidos.
Las y los docentes y especialistas consideran que las estrategias aplicadas para ello no fueron satisfactorias y, a pesar de esto, pidieron a las autoridades “tomar en serio” las preocupaciones que han alcanzado a manifestar.
En el primer ciclo escolar con la modalidad de Nueva Escuela Mexicana, el saldo para las y los maestros consultados por La Razón es lo más parecido a una “montaña rusa”, afirmaron, entre los disgustos y las ventajas que vieron en la nueva política educativa.
El 17 de agosto del 2023, la titular de la SEP, Leticia Ramírez Amaya, dio a conocer que los libros serían corregidos para el ciclo escolar que está por comenzar.
“Primero los vamos a aplicar. Se están aplicando y ahí se va viendo qué es lo que hace falta. Tenemos que tener una práctica cotidiana y buscaremos la forma de que los maestros y las maestras hagan llegar a la Secretaría cuáles son las cosas que hay que mejorar y tendremos que ver cómo las adaptamos y cómo las incorporamos… Será para el siguiente ciclo escolar que estén incorporadas”, fueron sus palabras.
Entre febrero y marzo de este año, la Dirección General de Materiales Educativos (DGME) lanzó el “Proyecto Evaluativo 2024: Nuevas Miradas”, en donde las preguntas hechas a las y los maestros no fueron para conocer la opinión sobre el contenido de los libros, sino por su forma.
Las preguntas se abocaron a conocer las percepciones sobre la portada, las imágenes, tipografía, diseño y, según reportes de la autoridad educativa, la muestra de consulta involucró a 101 mil 532 docentes, que representan 9.7 por ciento del total nacional, pero que pese a ello la dependencia lo consideró como el triple de lo necesario para “dar resultados confiables”.
Los estados que más participaron fueron Veracruz, Hidalgo, Ciudad de México, Estado de México, Guanajuato, Chihuahua, Sinaloa y Nuevo León.
Un reporte sobre los resultados, que quedó listo en abril, mostró que más del 90 por ciento de los consultados dijo sentir media y alta representatividad de las estéticas mexicanas en las portadas de los libros; más del 70 por ciento dijo que los gráficos sí le sirvieron como apoyo.
Del 30 de abril al 31 de mayo se lanzó una segunda etapa de la estrategia para evaluar los libros y que se llamó “Cosecha de experiencias”, donde los maestros fueron consultados sobre si el tipo de papel facilita la lectura, si el brillo y contraste de las ilustraciones era el correcto o si las hojas de los libros se despegan fácilmente.
Aunque esta segunda parte se acompañó de un espacio para que docentes pudieran personalizar sus respuestas y compartir sus experiencias, esto no fue satisfactorio, pues además, no estuvo al alcance de todos.
“Yo tengo muchas cosas por decir, porque ha sido una montaña rusa y a mí no me tocó ‘responder’ la evaluación. No es que los libros estén pésimo, pero hay muchas cosas que deben corregirse, más allá de si las imágenes nos gustan o no. En realidad no fueron materiales muy funcionales a la hora de dar clase, porque finalmente cada quien tenía que recurrir a planeaciones propias e, incluso, materiales que nosotros elaboramos o hasta andar retomando libros viejitos para enseñar algo a los alumnos”, declaró Jesús, profesor en una primaria pública en el Estado de México.
Testimonios de docentes recabados por La Razón coinciden en que el nuevo modelo educativo también implicó una carga de trabajo extra, debido a que esta nueva política les instruyó a aterrizar los contenidos y adaptarlos de acuerdo con la comunidad en la que se impartieron las clases.
A esto se suma la inconformidad que la mayoría manifestó con la nueva estructura, donde las matemáticas se vieron reducidas, al dejar de existir las materias y agruparse por áreas de conocimiento.
En opinión de Naomi, docente de primaria, la evaluación de la Dirección de Materiales tuvo que preguntar sobre los contenidos, pues en su caso le preocupa que la falta de ellos, sobre todo numéricos, afecte a los estudiantes en su desarrollo intelectual e, incluso, dentro de la sociedad.
“Me gustan muchas cosas de los nuevos libros que no deberían quitarse, porque sí fomentan una mejor generación, pero hay otro punto. Tengo un primo que va a secundaria y le cuesta trabajo. Allá sí llevan más matemáticas, pero se le complica aunque creció con el modelo anterior; no me quiero imaginar lo que enfrentarán los de ahorita, que apenas si ven lo básico”, comentó.
Para Irma Villalpando, experta en educación, el paso de este primer ciclo con el nuevo modelo “dejó un sabor más amargo que dulce”, sobre todo por el “debilitamiento” en matemáticas, a lo que se suma una “nula formación docente” y falta de seguimiento al cómo se recibió en las aulas la reforma de la Nueva Escuela Mexicana.
Al compartir la visión de sobrecarga laboral de maestros, “confusión” y la advertencia sobre carencia en contenidos, la especialista espera que los nombramientos en el siguiente sexenio, con Claudia Sheinbaum, no sean parte de un “pago político” y que tampoco haya cambios constantes en la titularidad de la SEP, como ocurrió en estos últimos dos sexenios, lo que considera como causa de que no haya continuidad ni estabilidad en las políticas educativas nacionales.
En la exigencia, dice, está el que la asignación vaya más allá de ofrecer becas y se apueste por fortalecer la formación docente.
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