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Linchamientos crecen hasta 5 veces en últimos tres años

El sociólogo Julián Flores alerta que el delito está en un nivel de deshumanización por quienes lo cometen; Causa en Común asegura que hay una cifra negra de casos ocurridos
  • Por Redacción

Como consecuencia de un triple escenario de impunidad, con una justicia burocratizada, una delincuencia rampante y un hartazgo social, las acciones de cobro de justicia por propia mano, expresadas en linchamientos, crecieron entre tres y cinco veces, del 2020 al 2023.

Al citar datos de una investigación que sigue su curso con la investigadora Camila González, el sociólogo Julián Flores comentó a La Razón que, al inicio de la segunda década del siglo, se documentaban entre 20 y 35 casos anuales de esta práctica, pero para el 2023 las cifras extraoficiales estiman que los registros llegan a 100 y gran parte de los casos involucra la muerte o desaparición de la persona linchada.

Además, recordó que reportes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) apuntan a que del 2017 al 2018, el aumento de esta práctica creció 190 por ciento, y del 2018 al 2020, 185 por ciento.

“Lo que está haciendo la población es llegar a un solución, en este caso es el linchamiento, pero sin un argumento burocratizante; es decir, se han dado cuenta que las autoridades engorrosamente burocratizan y no te lleva hasta una respuesta real y, en menos de lo que cante un gallo, estas personas que están cometiendo delitos salen salvos; entonces, la gente genera rencor social”, explicó el sociólogo.

Datos que la organización civil Causa en Común compartió con este diario indican que entre enero y noviembre del 2023 ocurrieron 19 linchamientos, en los que el hecho sí derivó en la muerte de una persona, mientras que otros 174 se clasificaron como intentos, dando como suma 193 y un promedio de uno cada dos días.

Luis Carlos Sánchez, investigador de Causa en Común, detalló que en el 2022 se registraron 228 casos, de los cuales 30 sí acabaron con la vida de alguien; en el 2021 fueron 321, de los cuales 42 también terminaron en muerte.

En total, los tres años han acumulado 742 linchamientos consumados o que quedaron en un intento.

A pesar de contar con este registro, Luis Carlos Sánchez subrayó la existencia de una cifra negra, por lo que no es posible conocer con precisión el número de linchamientos ocurridos ni afirmar que éstos van a la baja, aunque su registro pudiera llevar a esa conclusión, debido a que no todos son reportados por los medios ni por las autoridades.

Aunque estimó que el robo y la violación son los principales supuestos delitos que han llevado a las comunidades a abalanzarse contra un presunto criminal para hacer justicia por mano propia, apuntó que tampoco se puede acreditar que en todos los casos se trate de delincuentes, como lo fue el asesinato de Daniel Picazo, asesor del Partido Acción Nacional (PAN) en la Cámara de Diputados, quien falleció en manos de una turba enfurecida de Huauchinango, Puebla, que, sin pruebas, supuso que era un secuestrador de niños.

“Desafortunadamente no hay mucha investigación y los casos también quedan en la impunidad, pues las poblaciones las ocupan para hacerse justicia ante un sistema que sabe que es corrupto y es impune… Una de las tendencias es que, cuando llegan corporaciones de seguridad a salvar a las personas que están intentando linchar, no se permite, hasta ahí se queda el caso.

“No sabemos más allá de cuál es el seguimiento, si existe una carpeta de investigación o si en verdad esa persona que detuvieron era violador o un asaltante”, declaró.

Aunque los registros de esta organización indicarían que el ilícito va a la baja en el último trienio, las cifras no son menores, más cuando esta práctica es definida por la CNDH como una de las expresiones “más graves en materia de inseguridad, violencia e impunidad”, debido a que se presenta como efecto de la desconfianza y lejanía que la sociedad siente respecto a sus autoridades.

En marzo de este año se dio otro caso cuando un presunto ladrón de una vivienda fue linchado por habitantes de la colonia Lázaro Cárdenas, en el municipio de Yautepec, Morelos.

Incluso, el hecho fue difundido mediante un video en redes sociales, en el que se observa a un grupo de personas agredir a un hombre atado a un poste. Más tarde, en las mismas redes se dijo que presuntamente había robado una pantalla, un DVD y unas bocinas, objetos, queincluso se observan en el material gráfico.

Julián Flores explicó que el linchamiento no sólo ha crecido cuantitativamente, como lo refirió por su cuenta, sino también en su forma, llegando a un nivel de deshumanización por parte de quienes los cometen, ya que cada vez las escenas son más “violentas, encarnizadas y amarillistas”.

Aunque se consideraba que este delito era una acción irracional por parte de las comunidades que lo cometen, aseguró que esta aseveración ha cambiado totalmente, al notar que las personas no actúan por mera “intuición”, sino que sí se organizan para linchar, como una alternativa para mantener la paz que la autoridad no les garantiza, y que además se ha potencializado con la llegada de redes de comunicación más rápidas.

“El rumor, hoy en día, es un incentivo que maximiza las acciones del linchamiento, sobre todo encaminados más a las redes masivas de comunicación, como las redes sociales, que dan una apertura para que estos rumores se conviertan en acciones concretas y que detone en estos linchamientos.

“Antes mencionamos que eran actos irracionales, de una muchedumbre que está siguiendo a sus instintos, una invitación, un contagio emocional, pero hay elementos que racionalizan las acciones que las hacen más violentas, más descaradas, llamativas”, comentó el especialista en sociología.

Explicó que, ante autoridades “erosionadas”, se genera una triple impunidad, donde la primera yace en la actuación y pérdida de credibilidad en las autoridades ante un delito que afecta a la comunidad; la segunda, cuando el propio criminal se sabe impune y continúa delinquiendo, y la tercera, cuando la población decide hacerse “justicia por cuenta propia” y pasa de ser una supuesta víctima a victimario.

“La población se vuelve impune, ya que la autoridad es tan débil o no hace su función como debería. Las personas no tratan de sustituir impunemente al Estado o a la ley, lo único que quieren es hacer que funcione la misma; por eso, al observar que hay impunidad y degradación institucional o legal, al saber que no funciona, ahí surge la impunidad por parte de la comunidad.

“Una persona, por muy delincuente que ésta sea, también tiene un derecho humano y el linchamiento convierte al lobo en una víctima”, comentó.

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