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Inmuebles dañados, aún sin tener atención

Abandonados, sin demoler o reconstruir, a seis años del temblor; otros más ya fueron derribados y hoy son ocupados como espacios de estacionamiento o lavado de vehículos
  • Por Redacción

En el abandono y dejados a su suerte se encuentran decenas de edificios, casas y departamentos en la Ciudad de México que resultaron con daños tras el sismo de magnitud 7.1 en septiembre del 2017.

A seis años de ocurrida la tragedia, aún permanece colocada en sus paredes la lista de los alumnos de primaria del Colegio Enrique Rébsamen en la alcaldía Tlalpan, que desde la calle se ve por el boquete en la parte frontal del edificio a punto de colapsar. El pizarrón blanco y corroído por el paso de los años deja ver los últimos apuntes que se tomaron en clase, sin saber que ese día era el último que lo harían.

“Fue horrible ese día. Acá los vecinos nos unimos y ayudamos en lo que pudimos. Nos pidieron que dejáramos descansar a los soldados y marinos, y les apoyamos. En la casa de al lado había herramientas y todo lo necesario para ayudar en las labores de rescate; en mi casa, que está enfrente, había medicinas y doctores, pero en la casa de al lado de mi vecina, estaban todos los cuerpos de los chiquitos”, explicó Zaida, vecina del lugar.

Ahora el edificio de cuatro pisos se encuentra a punto de caer y sólo los maderos que se utilizaron para apuntalar los pisos atajan un futuro seguro: la destrucción. Por uno de los orificios de la puerta de madera que cubre el colegio se puede ver la camioneta Jeep Pilot que contuvo la caída del edificio y que hoy se encuentra aplastada y abandonada en el patio de la escuela donde jugaban los niños.

Bancas oxidadas, escaleras a punto de caer, rejas derruidas, pasto crecido y ventanas rotas es ahora el panorama sombrío en la escuela, que sólo brinda un hogar a varias familias de gatos que salen y entran.

Seis años después, la preocupación de los vecinos es otra, pues desde las colonias aledañas se ven mantas en las marquesinas que advierten que en el predio se construirá un desarrollo inmobiliario.

“A nosotros nos dicen que se van a construir al menos dos torres de departamentos del Invi (Instituto de Vivienda de la Ciudad de México), pero nosotros no lo vamos a permitir, pues después de la tragedia, no debe ponerse nada. Ya ven, el memorial se colocó a varios kilómetros de aquí y ya fue abandonado; no queremos más problemas”, dijo Zaida.

Otro de los vecinos, de nombre Francisco López, mencionó que espera que el litigio acabe pronto, pues en cualquier momento se caerá el edificio, que pende de unos pilotes que también están sumamente desgastados por seis años de aguantar el peso de toneladas de concreto.

“Está en juicio, pero nos dicen que falta el proceso de extensión de dominio y después lo van a expropiar. Nosotros tememos que se caiga en cualquier momento porque está de pie de milagro, ya está sumamente desgastado”, manifestó.

En el Colegio Rébsamen fallecieron 19 menores y siete adultos, y el único recuerdo son las figuras de angelitos pegados en la puerta roída de madera, junto a un letrero con la leyenda “19S”.

Los movimientos telúricos del 7 y del 19 de septiembre del 2017 dejaron a muchas personas sin vivienda; incluso, muchos siguen sin regresar a sus hogares, pues sus edificios aún no acaban de ser arreglados o, inclusive, de ser revisados.

Tal es el caso de decenas de edificios en la colonia Hipódromo, de la alcaldía Cuauhtémoc, en donde parece que el tiempo se detuvo, pues los daños siguen, como si el temblor acabara de ocurrir, y nadie sabe de una posible acción.

En la avenida Ámsterdam, en el número 77, un edificio de ocho pisos se mantiene con vidrios rotos, pisos hundidos, muros con daño aparentemente estructural y ligeramente pandeado.

“Tenemos miedo de que se vaya a caer un día, porque quedó muy dañado. Desde hace años salgo a correr a diario y lo veo, esperando a ver cuándo se viene abajo”, dijo Antonio González, vecino del lugar.

El vigilante de un edificio contiguo explicó que el día del sismo salieron todos sus ocupantes, sacaron sus cosas y regresaron en algunas ocasiones por documentos, pero ya no se les vio.

“Aquí no han regresado, vinieron por cosas y se fueron, no han vuelto a regresar. Los que vigilaban, dijeron que le iban a dar mantenimiento, pero así se quedó”, explicó.

En la avenida Popocatépetl hay otro edificio que a simple vista deja ver las fisuras en forma de “x” que muestran el daño en sus paredes. Tanto cortinas, muebles, ropa y diversas pertenencias siguen en el interior del lugar, que fue paulatinamente olvidado, aunque los vecinos dicen que ha sido aprovechado por diversas personas para meterse y vivir en el estacionamiento subterráneo.

En otras calles, el panorama no es tan malo, pero los terrenos prácticamente quedaron abandonados. En lo que fue un edificio de oficinas en Álvaro Obregón 286, que colapsó y dejó 49 personas fallecidas, sólo quedó limpio el lugar, pero la promesa de reconstrucción nunca se materializó, pues en el lugar se colocaron anuncios electrónicos espectaculares y de alguna obra nunca hubo nada.

Frente al Parque México hay al menos cuatro edificios en obra negra y con visibles cuarteaduras que parecen ser indiferentes para los vecinos que, sin precaución, pasan por debajo de ellos. “Es que no se ven porque a la mayoría les pusieron mantas y pensamos que son obras de mantenimiento. Ni siquiera sabía que eran del sismo”, dijo un extranjero que renta en los alrededores.

Otros edificios ya fueron demolidos y la mayoría de los terrenos fue ocupada como espacio de estacionamiento. Tal es el caso de lo que fue una textilera en la colonia Obrera, donde sólo queda el recuerdo de los cuidadores de autos que “echan aguas en la calle”, y que ven cómo ese espacio ahora sirve para resguardar autos y lavado de vehículos.

A pesar de la tragedia, muchos habitantes lograron recuperar sus hogares. Después de mucho esfuerzo y protestas, los habitantes de los multifamiliares de Tlalpan tienen de nueva cuenta sus departamentos, tras vivir en campamentos, en la calle o con familiares, y ahora los testimonios son sólo de agradecimiento.

Elizabeth Bravo, habitante del lugar dijo que después de meses de dolor y lucha, recuperaron su único patrimonio, pero lamenta la situación de muchas personas que aún no pueden tener un hogar.

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