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Independencia de México: ¿Quién fue el verdadero Padre de la Patria Hidalgo o Iturbide?

A lo largo de los siglos ha perdurado la controversia sobre sí Hidalgo es el Padre de la Patria o Iturbide; hacemos una revisión sobre ambos personajes y la postura más actual sobre esta polémica 
  • Por Redacción

En los anales de la historia mexicana, 2 nombres aparecen como antagonistas de un eco patriótico que ha perdurado a través de los siglos: Miguel Hidalgo y Agustín de Iturbide. Ambos personajes, en sus respectivas épocas, fueron líderes destacados en el largo proceso de lucha que llevó a la Independencia de México.

El primero, a pesar de haber estado al frente del movimiento Insurgente por escasos 4 meses, detonó una llama que, como dijo el historiador mexicano Edmundo O'gorman en su discurso de ingresó a la Academia Mexicana de Historia, hirió de muerte al virreinato. Siendo asesinado de forma inmaculada en la lucha armada. Mientras que Iturbide, llamado en su momento, “el libertador de la América Septentrional” fue el consumador de dicho proceso emancipador.

Sin embargo, la experiencia imperialista fallida con la que se cubrió de gloria en 1822, fue algo que nunca se le perdonó. Iturbide fue considerado un traidor, a diferencia del cura Hidalgo, quien murió como mártir, tan sólo unos meses después de haber iniciado el levantamiento. Pero la pregunta persiste: ¿Quién merece el título de "Padre de la Patria"?

Miguel Hidalgo, el carismático sacerdote de Dolores, marcó un hito con su famoso "Grito de Dolores" el 16 de septiembre de 1810. Si bien no buscaba de facto la Independencia del territorio, fue un llamado que se dirigió a las masas y sectores populares y que contenía una semilla revolucionaria dentro de un trasfondo social donde permeaba la narrativa de emancipación. Decretando a los pocos meses la abolición de la esclavitud y eliminando una serie de impuestos que suprimían las libertades. Una figura sin duda polémica, en palabras de O'gorman “aquel teólogo criollo, cura de almas pueblerinas, galante, jugador y dado a músicas y bailes: gran aficionado a la lectura y amante de las faenas del campo y de la artesanía.” Que también hablaba seis lenguas y había traducido algunas obras de Molière.

Hidalgo encarnó la pasión revolucionaria y la lucha por la igualdad, lo que lo convierte en una figura venerada por muchos como el auténtico padre de la patria. Su sacrificio resuena en los corazones de aquellos que ven en él a un mártir de la causa independentista. Por lo tanto, resulta interesante reflexionar sobre los procesos históricos que han llevado a la consolidación de una imagen colectiva como el padre de la Patria. La construcción de una figura venerable, que tiene como origen la apropiación de la figura histórica de Hidalgo por parte del proyecto liberal que necesitaba oponerse al antiguo régimen, al pasado monárquico español. Así encontraremos que serán los gobiernos liberales republicanos y federales los que utilicen como estandarte a Hidalgo.

De nuevo nos dice O'gorman que “a lo largo de los once años de vigencia de la primera república federal comienza a distinguirse a Hidalgo por encima de sus compañeros de conspiración y de armas. En 1825 la Ciudad de México, se celebra por primera vez el aniversario del 16 de septiembre con un gran discurso apologético del héroe. Al año siguiente se publica en El Iris, también por primera vez, su retrato. La imagen es la de un hombre robusto, más congruente con las hazañas”.

Por otro lado, pese a esa creciente exaltación de Hidalgo, aparecen síntomas iturbidistas al tocar su fin el régimen federal. Agustín de Iturbide emerge como un personaje controvertido, pero innegablemente influyente en la Independencia de México. Después de unirse a las fuerzas insurgentes, Iturbide logró la impensable hazaña de unificar a las facciones rebeldes en el Plan de Iguala en 1821. Bajo su liderazgo, se firmaron los Tratados de Córdoba que establecieron la Independencia de México. Iturbide fue proclamado emperador de México, aunque su reinado fue efímero. El nacimiento de México como un imperio y su posterior caída en desgracia empañan su contribución a la independencia del país.

Con respecto a la construcción de Iturbide como padre de la Patria, O'gorman pone de ejemplo “el Ensayo histórico de D.­ Lorenzo, de Zavala­ donde se aplaude mucho el Plan de Iguala, se le niega a Hidalgo el haber tenido un programa político y militar y se ridiculiza la idea de atribuirle propósitos republicanos. Y ya muy cercana a la implantación del sistema centralista, el General Santa­ Anna, uno de los principales motores de la caída de Iturbide, decidió iniciar la rehabilitación oficial de su memoria. Decretando que la patria lo reconocía como uno de los principales autores de la independencia y mandando que se trajeran sus cenizas a la Capital para depositarlas en la misma urna donde estaban las de Hidalgo (algo que no se llevó a cabo), asimismo decretó día de luto nacional el aniversario del fusilamiento de Iturbide.”

Como podemos ver, se vincula la memoria de Hidalgo al régimen federal, mientras que Iturbide será el héroe del sistema centralista. El Estado de México, reconocido bastión liberal durante todo el siglo levanta una estatua de Hidalgo en Toluca, “la primera (1851) de las mil y una que después le irán brotando a las plazas y jardines de la República”, pero con la aparición en escena del recién fundado partido conservador (1849), el abismo entre Hidalgo e Iturbide se abre más profundo con la aparición de los últimos libros de Lucas Alamán. Los liberales se presentan a la batalla con su anciano por escudo. La imagen es vista como la adecuada, porque la vejez se asocia naturalmente a la idea de paternidad. Ignacio Ramírez señaló la obvia conexión, los mexicanos, dice el nigromante, no descendemos del indio, ni del español; descendemos de Hidalgo, que por eso es verdaderamente el padre de la patria.

Gustavo Baz escribe la biografía del héroe para presentarlo tal como le gustaba a la Reforma: anciano, no creyente, filósofo, verdadero iniciador de la Independencia, republicano e inmaculado.

La polémica sobre quién debe llevar el título de "Padre de la Patria" persiste, pero quizás la respuesta reside en que ambos hombres desempeñaron papeles cruciales en la independencia mexicana. Hidalgo encendió la chispa de la rebelión, mientras que Iturbide la guió hacia el final. Ambos cometieron carnicerías propias de una violenta lucha armada, pero a medio siglo de su muerte, será a Hidalgo al que veremos ascender a los altares cívicos y patrios. Cada proyecto político durante el siglo XIX presentará su propio padre de la patria dependiendo sus intereses y tendencias políticas, así se irán turnando el título de Padre de la Patria hasta que finalmente el modelo político republicano federal anticlerical se alzó vencedor con Juárez. Excluyendo a la facción monárquica conservadora, que ante sus ojos encarnaba Agustín de Iturbide. En palabras de O'gorman : “He aquí el germen del nuevo Hidalgo, el de nuestros días, el profético precursor del programa revolucionario, porque como el pasado es fuente inagotable de posibilidades.”

En última instancia, el legado de la independencia mexicana deja ver un mosaico de personajes e ideologías que contribuyeron de manera significativa a forjar la nación. Miguel Hidalgo y Agustín de Iturbide merecen ser recordados y estudiados como actores esenciales en la creación de México como lo conocemos hoy, independientemente de quién sea el "Padre de la Patria”.

Su elevación a los altares (o infiernos) de la patria han cubierto de velos a esta figuras históricas, haciendo inaccesible el acceso a la que podríamos llamar una verdad histórica; sin embargo, el propósito de esta reflexión no es confrontar las distintas versiones, sino buscar comprender cómo se han constituido históricamente, pues parecería que la lucha política ideológica del siglo XIX nos marcó culturalmente en la forma de hacer política, polarizando los bandos sin lograr conciliar el diálogo. La historia no es maniquea, no hay héroes o villanos, hay seres humanos complejos que actúan dependiendo de su contexto. Por lo tanto podríamos decir que no hay héroes nacionales falsos ni reales, pues estos son productos de una construcción política narrativa que se modifica con el tiempo. La invitación es para no caer en tendencias idolátricas, siendo siempre críticos con los usos que se le da a la Historia.

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DAN

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