Nacional

El Popocatépetl y su trágica historia de amor con el Iztaccíhuatl

La mujer dormida y Don Goyo protagonizan una de las leyendas más emblemáticas en nuestro país
  • Por Redacción

Como si habláramos de la historia entre Romeo y Julieta, pero como si fuesen volcanes y en mejores tierras, con escenarios imponentes. Imagínatela así: rodeada de flores, de cielos azules, de nubes blancas y verde pasto. Todo brillante. Al menos así la cuentan quienes se dedican a narrar la historia entre el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, la hermosa mujer dormida.

La forma de ambos volcanes, los más imponentes en México, simula a un hombre arrodillado ante una bella princesa que lamentablemente, y de acuerdo a la leyenda, falleció. Estamos ante una historia de amor trágica entre dos entes de la naturaleza.

Según la leyenda, retomada incluso por medios como National Geographic para sus narrativas aztecas, tanto el Popocatépetl como el Iztaccíhuatl representan a un joven guerrero y a una doncella, ambos tlaxcaltecas. Ella era una princesa, descrita como la más bella jamás vista, mientras que él era uno de los más apuestos y bravos del pueblo.

Popocatépetl pidió al cacique la mano de la princesa, antes de enfrascarse en la batalla contra los aztecas y él se la concedió a cambio de que regresara sano y salvo de la guerra para casarse con ella. Sin embargo, hubo un hombre, rival de Popo, que mintió a Iztaccíhuatl diciéndole que él había muerto en batalla.

Fue entonces que, creyendo la mentira del hombre presuntamente azteca, ella murió de tristeza. Tiempo después, Popocatépetl regresó victorioso de la guerra, sin embargo, se encontró con la princesa ya sin vida.

Aunque en este momento es una historia que seguramente sería condenada por tener decenas de "red flags", entendemos que es una leyenda que sí, se basa en múltiples principios del patriarcado. Desde la guerra entre dos culturas para saber quién es más poderoso, hasta el hecho de pedir permiso a un tercero (el padre) para que una mujer pueda tomar la decisión de casarse.

Siguiendo con la leyenda, Popocatépetl vagó por las calles buscando cómo honrar su amor, hasta que se le ocurrió ordenar una tumba bajo el sol, amontonando 10 cerros para levantar una gran montaña. Cuando su orden se vio cumplida, tomó el cuerpo de la princesa y lo colocó en la cima de la montaña.

Fue entonces que la besó por última vez y prendió una antorcha, antes de arrodillarse para velar por su sueño. Así es como uno está posado frente al otro. La nieve entonces cubrió sus cuerpos y ambos se convirtieron en los volcanes que hoy conocemos. Dicen entonces que cada que el Popocatépetl tiene actividad, como la de ahora, es porque su corazón se enciende y vuelve a prender esa antorcha para velar por el sueño de su amada Iztaccíhuatl.

Comentarios