Desplazados denuncian abuso, extorsión, robo…
- Por Redacción
Migrantes irregulares provenientes de varios países del continente, que han llegado a la Ciudad de México, denunciaron ser víctimas de persecución, abusos, extorsiones y robos, tanto por parte de autoridades como por pandilleros.
Después de que fueron desalojados de la Central de Autobuses del Norte, muchos de ellos se han dirigido a la Basílica de Guadalupe para buscar confundirse con peregrinos y evitar así el asedio de las autoridades migratorias, con el objetivo de poder permanecer en el país y “no para quedarnos, sino para poder avanzar al norte, aunque esto no es un disfraz, porque nosotros creemos en la Virgen”.
Algunos de ellos, en su mayoría mujeres, dijeron a La Razón: “Sabemos que ella (la Virgen) nos ayudará a llegar a donde queremos estar”, mientras señalaban que las autoridades mexicanas, desde Chiapas hasta esta capital, los han convertido en víctimas de extorsiones y abusos. Advirtieron que de todos los países por los cuales han avanzado en búsqueda del sueño americano, México es “el más violento”.
“De todos los países en los cuales yo he estado, en ninguno nos maltrataron así; ahora nadie quiere acercarse a la Central del Norte ni a ninguna central”, señaló Carmen, migrante venezolana, quien indicó que, junto con su esposo, su pequeña y un grupo grande, fueron primeramente desalojados de un campamento improvisado en Insurgentes Norte, a la altura del metro Potrero, que, denunció, destruyeron las autoridades.
Entrevistada afuera de un albergue en la delegación Gustavo A. Madero, refirió a que después buscaron pernoctar en la Central del Norte, de donde fueron desalojadas la noche del domingo. “Es muy triste estar así. Esta noche no sé dónde vamos a descansar, porque en Cafemin (albergue) dicen que está todo lleno y la misma gente, los vecinos cercanos al albergue, nos echa a Migración”, lamentó.
“Le pido al Gobierno que entiendan nuestra situación, que no nos maltraten, porque venimos con nuestros hijos y no queremos quedarnos aquí en su país”, manifestó Carmen.
En otro punto cercano al albergue Cafemin se aprecian fogatas hechas con madera recolectada en basureros y donada por vecinos, casas de campaña con bolsas negras de plástico para protegerlas de la lluvia, un baño improvisado hecho con pedazos de tela y hule que sirve como regadera para cientos de migrantes que se encuentran desde hace más de dos meses en las vías del tren que pasa por la calzada de los Misterios.
Elvis, quien dice ser el “fundador del primer fogón” del campamento, lleva ese tiempo en la ciudad y dice haber iniciado esta especie de vecindario, porque necesitaban un lugar dónde dormir y ellos, a diferencia de “los chinos”, no podían pagar hoteles cinco estrellas.
“Yo llegué aquí a Cafemin (ubicado a una cuadra de las vías), pero no nos dejaban pasar y yo vengo con mi esposa y mis niñas; no sabía dónde íbamos a dormir y que me vengo pa’ca y que hago el fogón, el primero”, contó, mientras preparaba una olla de frijoles y una de lentejas en su famosa fogata.
Alrededor de las vías, a unas cuadras del metro Misterios, los niños caminan y algunos juegan, mientras que los adultos preparan la comida y algunos limpian su casa de campaña, todos ellos “camaradas del camino”, grupos de migrantes que se unen en la ruta y forman lazos temporales, pues como dice El Caracas, “todos ellos llegan y se van, llegan y se van…”.
El Caracas es un hombre de 30 años proveniente de la capital de Venezuela y lleva cuatro meses en la ciudad, de los cuales lleva ya casi dos viviendo en estas vías, pues ante la falta de respuesta para poder cruzar la frontera legalmente, decidió partir con rumbo al basurero, en Huehuetoca en el Estado de México, para abordar La Bestia y continuar su camino.
“Con lo que pasó ayer allá en los buses (central camionera), yo pa’qué me espero a que nos pase aquí, es jugarle al gato y al ratón. Yo sólo quiero llegar a Estados Unidos unos dos años o uno, trabajar, poner mi tiendita allá en Venezuela o una carnicería, ya sabes; yo sí quiero volver”, declaró.
El temor llegó a este campamento que se montó a ras de suelo tras el desalojo del día anterior en la terminal de autobuses del norte, en donde fueron expulsados cientos de migrantes que ahí se encontraban esperando para abordar un camión con destino al norte del país. Después de esto, todos muestran su preocupación, pues temen que llegue primero “la migra” que el día de su cita para poder sacar el permiso y pasar al otro lado. Alrededor de 200 personas se encuentran en este sitio.
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