Espectáculos

Rápidos y furiosos X, una aventura de velocidad y adrenalina

Se ven escenas de acción en Los Ángeles, Londres, Italia, la Antártida, Brasil y más; Jason Momoa roba cámara con la destacada interpretación de un nuevo villano
  • Por Redacción

Pocos hubieran pensado que llegaría tan lejos aquel Rápidos y furiosos (2001) de Rob Cohen que sólo costó 38 millones de dólares, y que no fue otra cosa que una efectiva reinvención de la estupenda Punto de quiebra (1991) de Kathryn Bigelow, eso sí, mucho mejor lograda que la que oficialmente se presentó como su remake en 2015, la olvidable producción dirigida por Ericson Core.

Sin embargo, luego de la cumplidora secuela que dio el banderazo para que se convirtiera en una de las sagas fílmicas más largas de la historia

—Más rápido, más furioso (2003)—, llegó una tercera parte que no convenció del todo a los fans, pero al menos le dio una bocanada de aire fresco al integrar el drift —Rápido y furioso: reto Tokio (2006)—.

Posteriormente, vino una cuarta que recuperó lo esencial para darle nuevo sentido a las carreras ilegales, Rápidos y furiosos 4 (2009), una Rápidos y furiosos 5in control (2011), que, sin duda, representó su mejor momento al equilibrar los explosivos elementos propios del blockbuster con una trama sobre fugitivos sencilla, pero sólida en su desarrollo y con llamativo espíritu festivo.

A ésta le siguieron otras tres películas que llevaron lo repetitivo hasta el exceso demostrándonos por momentos, que incluso las escenas de persecuciones trepidantes pueden llegar a ser aburridas, y de las cuales sólo Rápidos y Furiosos 7 (2015) se volvió realmente significativa, debido al ingrediente emotivo que le otorgó la lamentable muerte de uno de sus protagonistas, Paul Walker. Además tuvimos el spin off Hobbs & Shaw (2019) protagonizado por Dwayne The Rock Johnson y Jason Statham.

El trayecto ha sido largo y hoy estamos ante la entrega número 10, la cual han anunciado que se trata del “Comienzo del Final”, aunque como ya nos lo demostraron con aquella interminable pista de avión del tiempo y el espacio dentro de este universo, no tiene lógica alguna, así que aún tendremos para rato con las aventuras de Dominic y compañía. Pero bueno, al menos en esta ocasión dejan de lado los desangelados apuntes de autoparodia con los que se había comenzado a evidenciar el desgaste de la fórmula, para concentrarse por completo en la acción y el drama sustentado en un ligero discurso sobre la familia, sin dar cuartel en cuanto a entretenimiento se refiere.

Siguiendo las reglas que la franquicia ha ido consolidando: el que ninguno de los personajes principales permanezca demasiado tiempo muerto, que los otrora enemigos eventualmente se volverán aliados, y que todo debe resolverse con autos ya sea saltando de un edificio a otro, cayendo de un avión o incluso llegando al espacio, el director francés Louis Leterrier —Hulk (2008) y Furia de Titanes (2010)— elabora lo que podría catalogarse como una especie de reencarnación anabolizada de las producciones serie B con todo y su espíritu absurdo, contando con un presupuesto de 340 millones de dólares. Dentro de lo primero que se destaca en esta nueva entrega está la presentación de un “villano reventón”, interpretado por Jason Momoa, quien se nota que se la pasó de lo lindo payaseando a más no poder, y por lo mismo se convierte en un elemento novedoso, pues todos sus predecesores solían mantenerse en el molde de la rudeza y la ironía, o caían en el antagonista genérico, como en el caso del que encarnó Charlize Theron (Cipher).

De la trama prácticamente no hay nada que decir, esta vez el equipo liderado por Toretto será separado por un ataque cuyo objetivo además de matarlos es hacerlos sufrir, a ellos y a quienes los hayan ayudado, e incluso en el camino aprovecharse de los criminales a quienes han enfrentado. Eso es todo, pero suficiente para dar pie a la aventura sobre ruedas que va y viene entre Los Ángeles, Londres, Italia, la Antártida, Brasil y más, con trayectos que no importa si es al otro lado del mundo, igual parece que duran lo que implica dar la vuelta a la esquina, con autos que lo resisten todo o estallan en mil pedazos, saltos de uno a otro mientras transitan a velocidades imposibles y a veces en sentido contrario, sobre puentes, escalinatas, plazas o represas, y con helicópteros, aviones y hasta submarinos alrededor.

Por supuesto, habrá pérdidas y se formarán equipos incómodos, mientras se disfruta del reencuentro con estos personajes tan queridos, se da el regreso de otros, y la introducción de gente de la talla de la legendaria Rita Moreno —Amor sin Barreras (1961)—, como la abuela Toretto.

Es un Rápidos y Furiosos X que no le miente a nadie y a la cual no se le puede exigir la más mínima congruencia ni mucho menos verosimilitud, ni siquiera dentro de su propia ficción que navega con descaro por el delirio. Es mero espectáculo de fuegos artificiales acompasados por el estruendo de los motores y como tal debe disfrutarse. Hoy se estrena en los cines de México.

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