Monkey Man, un contundente combate fílmico
- Por Redacción
En Monkey Man: el despertar de la bestia, la cámara pulsa visceral para darle identidad a un explosivo vehículo de entretenimiento, teniendo como principal herramienta los planos a detalle que, salvo algunas secuencias en que el relato se estaciona para ampliar el ojo dando tiempo a ver los escenarios y ubicar las situaciones, siempre llevan al espectador a estar encima de los personajes, teniendo los principales acentos cuando se adentra en los combates cuerpo a cuerpo y suelta tajos visuales generando un irresistible frenesí de sangre y huesos rotos, todo revestido por una estética sucia que transpira abrumadora.
Claro, no nos engañemos, en Monkey Man, dirigida, protagonizada y coescrita por Dev Patel —Slumdog Millionaire (2008), La leyenda del Caballero Verde (2021)—, la estructura base de su historia de venganza que sigue los pasos de un peleador marcado por la tragedia, no es mucho más que la de aquellas producciones de cine de artes marciales protagonizadas por los Jean Claude Van Damme y los Don Dragón Wilson en los 80 y 90, pero está ligada con tal claridad a nivel cultural con su cotexto —en la línea de las primeras producciones de Bruce Lee—, que se permite algunos apuntes ideológicos a cerca de la corrupción y la manipulación de masas que rompe los límites entre lo político y lo religioso, mientras en paralelo retoma el mito de Hanuman —el dios mono del hinduismo—, para llevarlo de la interpretación idílica infantil, a funcionar como la metáfora del proceso de su protagonista que va del autocastigo como un mero paliativo emocional y mental, a asumir el dolor y buscarle un sentido para encontrar la redención.
Es una lástima que todos estos elementos, aunados al vínculo con los oprimidos y marginales que mantiene el origen del personaje, amén de su cruento paso por los rings clandestinos con todo y el uso de una máscara que en cierto momento adquiere un importante peso dramático, la película no los termine de llevar hasta los límites del concepto que ha generado para terminar así de asumirse como símbolo social dentro de la ficción.
Sin embargo, salvo el terrible agregado que luce el título para el mercado latino, nada se puede reprochar a la película Monkey Man: el despertar de la bestia, con respecto a la contundencia de su funcionamiento, lo seductor de su estética y el ímpetu irrefrenable con que se sostiene. Así pues, el cine de acción tiene un nuevo nombre y apellido.
La cinta ya está disponible en cines.
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