MAXXXINE, el empoderamiento de una final girl
- Por Redacción
El director Ti West no podría ser más congruente en este cierre que le da a su trilogía iniciada con esa disección de la masculinidad y el sueño americano llamada X (2022), y que tuviera continuidad con la truculenta precuela Pearl (2022).
Se trata de un satírico homenaje al cine de terror con el que continúa explorando y replanteando arquetipos de género, está vez a partir del mundo análogo de los 80s inmerso en la cultura televisiva, con todo y sus colores neón que encendían la noche, elaborando así un recorrido que conecta la industria del porno con las entrañas de Hollywood a través de una joven actriz en busca de convertirse en estrella.
Claro que no se trata de cualquier chica, es la misma que fuera protagonista de las masacres relatadas en las entregas previas de la saga arriba mencionadas, presentándose así como lo que el escritor Grady Hendrix cataloga dentro de sus novelas como una 'Final Girl', es decir la última sobreviviente de una película de miedo, con todas las traumáticas secuelas y sus posibilidades dramáticas, lo cual es clave para que MaXXXine vaya en correspondencia a la evolución del concepto al que pertenece.
De tal modo, si bien la película obedece los códigos de lenguaje propios de las producciones fílmicas que refiere, dígase los acordes musicales de tintes videocliperos que impulsan las secuencias con la cámara yendo al encuentro de las acciones inmersas en atmósferas urbanas y lo grafico de las escenas violentas, amén de que mantiene como base los lineamientos de los slasher, está vez los transgrede y con una protagonista que aunque en apariencia corresponde a los modelos de personajes tradicionales de la fórmula, su postura y reacciones responden a la exigencia de nuestros tiempos y se muestra capaz de defenderse y no solamente de gritar y huir, permitiéndose incluso cierto sadismo a la hora de tomar revancha, además de mostrase indiferente con respecto al caso del asesino en serie que está acechando en las calles y que mantiene en jaque a la autoridades.
Es precisamente el desarrollo de dicha trama policiaca el aspecto inconsistente aquí, pues nunca termina de tomar forma la investigación, ni alcanza del todo los niveles de tensión necesarios. Pero bueno, al menos es funcional, da pie a algunos efectivos apuntes de autoparodia, y sirve de contraste para reforzar el impulso subversivo de MaXXXine que, por encima de la tendencia a convertir en celebridades a los crimínales propia de finales del siglo pasado, empodera y le otorga los reflectores a la otrora víctima consolidándole por completo como la antiheroina por excelencia. Estamos pues ante una de las siempre interesantes, excesivas y muy entretenidas propuestas de Ti West.
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