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Álex de la Iglesia: soy fan de lo irregular y lo desequilibrado

El realizador confiesa que nunca le ha gustado repetirse; ver cómo sus películas emocionan a los demás “es la auténtica energía que me da para seguir adelante”, asegura 
  • Por Redacción

El director de cine de culto Álex de la Iglesia, quien ha legado filmes como El día de la bestia y Balada triste de trompeta, se define como un realizador al que nunca le ha gustado repetirse, por lo que siempre está probando y experimentando en cada uno de sus proyectos, a los que el público inyecta de energía. Además, se considera “fan de lo irregular y desequilibrado”, compartió en entrevista con La Razón durante su visita a México en la edición 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), donde recibió un emotivo homenaje.

Fue a finales de los años 80 que un joven Álex de la Iglesia, quien en ese momento estaba más enfocado en ser artista de historietas, incursionó en el cine con sus primeros trabajos en el área de dirección de arte y diseñando el cartel para una cinta; esto lo llevaría a dirigir el cortometraje Mirindas asesinas a inicios de la década de los 90, con el que llamó la atención de Pedro Almodóvar, quien fue fundamental para que el entonces cineasta novato lograra hacer y estrenar su primer largometraje como director, Acción mutante (1993), una delirante comedia con estética ciberpunk sobre un grupo terrorista formado por seres deformes que están en contra de la gente bonita.

“No hay un momento en el que decidas dedicarte al cine, tienes la suerte de hacer una película y no te estás dedicando al cine, tampoco consideras en una primera instancia que eres un director de cine, sólo eres un tipo que ha hecho una película y cuando haces una segunda o cuando haces una tercera de pronto dices ‘pues igual estoy dedicándome a esto’. Son los demás los que de pronto te designan como un cineasta y te colocan en un lugar, entonces ahí descubres un poco quién parece que eres, pero siempre desde el punto de vista de los demás”, reflexionó sobre sus inicios haciendo largometrajes.

“Tú estrenas la película y esperas, cuando estrenamos Acción mutante era una cinta muy pequeña y recuerdo que el productor me decía ‘la gente sigue yendo’ y yo decía ‘¿en serio?’, pero no teníamos ninguna sensación de éxito y eso llegó después, normalmente mis películas no suelen ser bien recibidas y es con el tiempo que de pronto a la gente le gustan más, digamos que hay un momento en el que dicen ‘bueno, no pasa nada si decimos que nos gusta’. Luego de pronto la gente añoraba El día de la bestia [su segundo largometraje] y me decían que era mucho mejor que la anterior. Luego con la siguiente, Perdita Durango, comentaban ‘qué pena que no sea graciosa como la anterior’ y se asustaban al verla, yo decía ‘bueno, también tiene sus cosas’, ya tenía otro tono porque nunca he querido repetirme y siempre estoy probando”, recordó el realizador nacido en España acerca de la recepción que han tenido sus tres primeros filmes.

Comentó que pese a estar consciente de que sus filmes en ocasiones no han sido bien recibidos, prefiere continuar experimentando, porque no le gusta quedarse con una misma fórmula.

“Hay cosas que he hecho que no han funcionado y hay otras que sí. Por ejemplo, La comunidad de pronto gustó mucho, o Muertos de risa no funcionó porque la gente pensaba que iba a ser más graciosa y es muy amarga, lo mismo que con Crimen ferpecto; todas esas propuestas se han movido en un momento creativo personal en el que me gustaba experimentar. Ahora es una cosa demente y muy complicada porque todo el mundo te pide una obra maestra, convierten a las películas en una especie de cofres del tesoro”, compartió y confesó que nunca va tras una obra maestra.

“Yo entiendo que necesitemos términos como obra maestra o genio del cine para expresar alegría frente a una película o a un director, pero me siento muchísimo más cómodo que piensen ‘vamos a ver una cinta de éste que suelen ser buenas y nos hace reír mucho’, eso a mí me da la vida; soy fan de lo irregular y lo desequilibrado, así que no puedo buscar la obra maestra, porque nunca la voy a hacer”, se sinceró.

En el año 2010, el cineasta pasó por uno de los puntos más altos de su trayectoria tras ganar el León de Plata a Mejor Dirección y el Premio a Mejor Guion en el Festival de Cine de Venecia con Balada triste de trompeta, una propuesta arriesgada y violenta que en muchos sentidos resultó catártica para Álex de la Iglesia debido al momento personal por el que pasaba cuando se encontraba filmando.

“Disfruté mucho haciéndola y era como si estuviera hipnotizado, cuando la hice era un momento en el que me divorcié y tenía una sensación de libertad y unas ganas de vivir la vida enormes; entonces me metí en un proyecto que yo mismo hubiera dicho que no en un momento diferente, pero sentía muchas ganas de hacer esa locura”, confesó, refiriéndose a lo que significa la cinta.

Una constante en el cine de Álex de la Iglesia desde sus primeras películas hasta ahora ha sido presentar a personajes cuya belleza radica en su imperfección, algo que hace que podamos identificarnos fácilmente con ellos.

“No conozco a una persona perfecta, intentar la perfección te lleva a la muerte o la destrucción porque nada va a ser perfecto, nunca nadie va a cumplir con todas tus expectativas, entonces acostúmbrate a que las cosas van a ser irregulares tirando a malas y no pasa nada, vamos a reírnos por favor, yo creo que ése es el espíritu de lo que hago”, dijo con absoluta honestidad.

Un motor esencial en el trabajo creativo de Álex de la Iglesia ha sido que el público se emocione con sus largometrajes, expresó. Es lo que lo motiva a continuar haciendo más proyectos.

“Ver cómo mis películas emocionan a los demás es la auténtica energía que me da para seguir adelante, de pronto que venga alguien y te dé un abrazo y te diga, por favor, haz más filmes hace que te eches a llorar y dices ‘Dios mío, esto merece la pena, que me pase lo que me tenga que pasar’. No voy a decir que lo que hago es duro, porque lo que sí que es duro es trabajar en urgencias en un hospital, pero es complicado sacar adelante tus ideas y te encuentras con muchas decepciones y muchos problemas, pero nada que ver con ese momento de satisfacción. Haciendo películas vives la vida más intensamente, tienes cosas que resultan muy complicadas y enfrentas muchos obstáculos, pero al mismo tiempo al final logras un enorme nivel de satisfacción”, mencionó el director Álex de la Iglesia.

Para terminar la charla, el realizador habló de sus planes para continuar con su serie 30 monedas, la cual recientemente fue cancelada a pesar de contar con cierta popularidad y de no tener una conclusión, pues tras dos temporadas todavía faltaba una tercera debido a que fue concebida como una trilogía.

“Es una historia con muchas interrogaciones y caminos, me molestó mucho que la cancelaran porque la segunda temporada es una especie de apocalipsis y en la tercera todo eso se resolvería de una manera ocurrente. De verdad me encantaría terminarla porque iba a sorprender mucho a la gente, a ver si consigo convencer a alguna plataforma o si hacemos un largometraje, ya veré cómo hacer que pase, haré algo”, explicó el director español a quien le quedan historias que contar y eso es una buena noticia, sólo resta esperar para ver qué más nos dará este genio del cine que se niega a verse a sí mismo como tal.

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