Espectáculos

Elvis, un espectacular retrato del Rey del Rock

El director Baz Luhrmann ofrece en su película un nostálgico y humano relato de la leyenda musical; los actores Austin Butler y Tom Hanks deslumbran con sus minuciosas interpretaciones
  • Por Redacción

Pocas veces como en Elvis han tenido tanto sentido los alardes visuales de Baz Luhrmann —Romeo + Juliet (1996), Moulin Rouge (2001)—, incluyendo su conocida pasión por el cine en un rojo exacerbado.

Dejando de lado el afán transgresor, con Elvis se adentra en los parajes del homenaje, para hacer suya la iconografía creada alrededor de su figura y la de la propia época a la que pertenece, sin que ésta pierda un ápice de la carga energética que proyectan, y con base en hacer estallar la pantalla en recuadros que establecen el diálogo exacerbado de lenguajes que van de lo teatral a lo videoclipero, plantear una deconstrucción del mito sin salirse de los márgenes del mismo.

Es decir, en medio de la exposición de las trampas de la fama y la voracidad de la industria, permite que la persona detrás de la estrella emerja lo suficiente para dimensionar los deseos y, de esta forma, darle el grado de humanidad necesario a los rasgos que definen lo que se plantea como un emotivo relato acerca del lado más brillante y el más oscuro del éxito, con tintes de cuento de hadas y muy leves, pero significativas referencias al concepto del superhéroe en su sentido tradicional de fuente de inspiración.

Con un tono festivo siempre teñido de fatalidad, el ritmo es casi frenético, haciendo honor a la vitalidad del show que se construyó el propio Elvis Presley y que habría de terminar por consumirle.

Su música, a pesar de ser tan conocida y prácticamente formar parte de la cultura popular, aquí nunca reclama de más el protagonismo, en mucho, debido a la parafernalia visual que se pone a la par, pero sobre todo a que se mantiene ligada a los detonadores de los conflictos de cada escena, relacionados con la revolución que representó en cuestión de lineamientos morales y políticos dentro del espectáculo, y en menor medida a sus cuestionamientos personales, adquiriendo así un enorme sentido dramático.

Son irreprochables el oficio y capacidad de Tom Hanks —Código Da Vinci (2006), Finch (2021)— para otorgarle matices de manera muy orgánica y hasta sutil, tomando en cuenta la estridencia del concepto general, a su interpretación del controvertido Coronel Tom Parker, que nunca llega a convertirse en una apología de sus debilidades y sus vicios que habrían de condenar a su representado, por cierto encarnado por un enfocado y minucioso Austin Butler —Once Upon a Time in Hollywood (2019)—.

Es en su función de narrador, la cual resulta muy conveniente para provocar esta sensación de estar frente a un pasaje que coquetea con el ensueño, donde afloja un tanto la propuesta, al verse coartada recurriendo a un cierre a través de texto en pantalla, evidenciando que la extensión original era mayor.

La película igual pierde la convicción a la hora de retratar el deterioro físico del personaje y sus excesos, además de que tampoco escapa al sello de Luhrmann, quien, de nueva cuenta, después de ofrecer la mayor parte del tiempo un irresistible bombardeo visual, deja que la sobrestimulación se diluya hasta bordear los límites de los convencionalismos.

Afortunadamente, esta vez lo compensa recurriendo a una calculada carga de nostalgia y romanticismo, para entregar lo que definitivamente es un electrizante y agridulce tributo a la leyenda por sí misma, digno de reavivar los delirantes gritos de sus fans.

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