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Bad Boys: Hasta la Muerte, aún les queda algo de aliento

El espectáculo incluye estilizadas persecuciones y balacearas de alto calibre con la cámara deslizándose de arriba abajo cual si se zambullera en la acción
  • Por Redacción

Después de una segunda parte que les consolidó como franquicia, para luego dar de tumbos e ir a la baja con otras dos entregas, llega una cuarta película para recuperar la potencia perdida y volver a poner a los veteranos Bad Boys en los primeros planos del blockbuster.

En esta ocasión, todas esas piezas que la franquicia fue dejando en el camino con el afán de aprovechar rutinarias y descuidadas líneas arguméntales para presentar productos de entretenimiento medianamente efectivos, pero que parecían condenarle al olvido, ésta vez son retomadas con una clara intención dentro de una aventura que encuentra así el sentido. Pese a que el pretexto de la conspiración para inculpar al viejo capitán fallecido es bastante trillada, y todo obedece a la fórmula con las correspondientes traiciones que vuelven fugitivos a los héroes, las alianzas con el otro rival y el secuestro de quienes pasan a llevar el rol de la dama en peligro.

Al inicio, el vehículo se atora un poco al forzar las velocidades con un par de secuencias de comedia burda que exagera el contraste de personalidades entre los protagonistas, pero ya que arranca por completo, gracias a un evento que modifica la dinámica entre ellos otorgándole un nuevo nivel moral al personaje de Martin Lawrence en relación a la autosuficiencia usual del de Will Smith, detona la autoparodia sin llegar a caer por completo en la ridiculez y Bad Boys: Hasta la Muerte pasa por muy pocos baches en el trayecto dejando todo listo para el show.

El espectáculo incluye estilizadas persecuciones y balacearas de alto calibre con la cámara deslizándose de arriba abajo cual si se zambullera en la acción, elaborando así secuencias vertiginosas que integran los códigos visuales propios del uso de drones y demás tecnología y que en su momento también son parte de la ficción.

Lo anterior además, se extiende a los combates cuerpo a cuerpo, entre los que destaca uno con la irrupción en una casa familiar, donde las cámaras de vigilancia amplían la perspectiva y dan un mayor juego a los espacios cerrados, amén claro de la explosiva confrontación final en la que no solo replican el efecto de los videojuegos en primera persona, sino que lo usan como parte integral de la partitura para el armado de las escenas.

Claro, Bad Boys: Ride or Die -por su título original-, no ofrece absolutamente nada como historia y no lo pretende, y sabemos que la verosimilitud no es algo que se le pueda exigir a este tipo de producciones, pero es muy congruente con su propuesta y su desarrollo, lo cual resulta más que suficiente para soportar el cúmulo de fuegos artificiales con los que llenan la pantalla.

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