Air: ¿Vale la pena ver la película con Ben Affleck y Matt Damon sobre Nike?
- Por Redacción
En primera instancia el punto de partida de “Air” —por su título original que no requería agregado alguno—, podría considerarse como una rutinaria anécdota sobre la negociación de patrocinios entre una marca en ese entonces de mediana envergadura y una joven promesa del deporte. Pero sí menciónanos que dicha estrella en ciernes es el mismísimo Michael Jordan, y el pasaje corresponde a la época en que la NBA pasaría de ser un deporte de arraigo estadounidense, a convertirse en un estilo de vida a nivel mundial, el asunto cobra otras dimensiones.
Eso es lo que entiende a la perfección tanto el guionista original Alex Convery, como Matt Damon y Ben Affleck que además de encabezar el reparto también le metieron mano al texto, para elaborar un entramado donde las estrategias comerciales cobran un sentido dramático gracias a que van a la par de los dilemas de carácter que enfrentan los personajes, humanizando así los procesos detrás de los eslóganes y nombres de producto, siempre apuntando a lo que ya sabemos, que a la larga marcarían generaciones.
Por su parte Ben Affleck demuestra una vez más que es mucho mejor poniéndose detrás de las cámaras que frente a ellas, y con un oficio irreductible que deja de lado cualquier alarde técnico para hacer de la austeridad su mayor virtud, una propuesta visual orgánica apenas estilizada por los apuntes videocliperos tipo MTV, además de un ímpetu calculado en el desarrollo para que al igual que hiciera en “Argo” (2012), pese a la soltura del ritmo el relato nunca pierda el paso; encuentra los puntos clave de intimidad que al vestirse con la nostalgia terminan de llevar la película al plano de lo inspiracional que tanto enamora al gran público.
Claro, aún así “Air: la historia detrás de un logo” no escapa del todo a los convencionalismos del género que le impiden ir más allá con su prometedor espíritu de irreverencia a la hora de hurgar en temas complicados con respecto a la comercialización, pero sin duda es un ejemplo brillante de cómo hacer de la historia aparentemente pequeña, una propuesta fílmica entretenida, ilustrativa y muy emotiva, tan valiosa como testimonio de la cultura pop, como digna de la figura a la que alude de forma indirecta con su nombre repitiéndose hasta el cansancio, la de su majestad el mejor basquetbolista de la historia Michael Jordan, del cual, cómo aquí acertadamente se muestra, todos quieren un poco de su grandeza.
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